Algunas respuestas que podemos brindar a estas preguntas son de una respuesta simple, otras demandan un espacio mayor al que empleamos aquí, por lo que quedarán como invitaciones para reflexionar posteriormente. Empezamos, entonces, a dar opciones de respuesta: las becas no son una respuesta a diferentes problemas sociales; el ladrón ve mayor ganancia económica y menor esfuerzo y tiempo en el robo en comparación al sueldo de una semana en una empresa o estudiar; una razón para robar es aspirar a lo que la desigualdad y falta de oportunidades no le permite obtener, otra es la impunidad que comúnmente viven los delincuentes; hay una evidente ausencia física o psicológica de figuras parentales que la escuela no puede reemplazar o pensar que puede hacerlo; al robar no se piensa en el daño que se genera al otro-otra, semejante, que, paradójicamente, es alguien cercano en lo económico al ladrón; la escuela no puede prometer ni garantizar que la estadía en sus espacios es signo de progreso, de trabajo bien remunerado, de estabilidad laboral y de eliminación de la desigualdad.
Robar, desde un punto de vista social, es altamente atractivo y práctico: implica segundos para obtener una ganancia, algo parecido al uso de las drogas; trabajar o estudiar no, dado que hay que trabajar muchas horas para percibir un sueldo o estudiar muchos años para, posiblemente, obtener mayores ingresos.
El hambre, la frustración y/o el deseo son elementos presentes en un amplio sector de la población, lo cual puede propiciar, afortunadamente en una minoría, optar por el robo, lo que nos lleva a la conclusión obvia de que es un fenómeno multifactorial. Se requiere atender entonces a muchos factores; la escuela atiende y se compromete con unos, algunos más le corresponden a otros actores sociales. No deslindemos y podremos dar solución entre todos; no se ve fácil ¿verdad?
*Doctor en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. antonio.gonzalez@ired.unam.mx
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