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Los sismos lentos no son riesgosos para la población
En una pantalla de la entidad a su cargo, el titular del Servicio Sismológico Nacional (SSN), Arturo Iglesias Mendoza, muestra un mapa de las costas de Jalisco, Michoacán, Guerrero y Oaxaca con círculos de diferentes colores y diámetros. Cada uno representa los movimientos de tierra más importantes del siglo XX y el tamaño depende de su magnitud.
Dentro de esta distribución hay una zona no coloreada, lo que significa que ningún temblor se ha originado ahí en poco más de cien años. Los especialistas la conocen como “la brecha de Guerrero”. Dicha región se extiende por casi 150 kilómetros, va de Acapulco a Papanoa y se ubica en el límite de las placas tectónicas de Cocos y América del Norte. Desde 1911 no ha sido epicentro de eventos mayores a magnitud siete.
“Algo que no se sabía a inicio de este siglo es que hay otro tipo de movimientos que no generan ondas sísmicas. A este fenómeno se le conoce como ‘sismos lentos’ o ‘silenciosos’ por ser imperceptibles para el humano. Estos temblores son movimientos de grandes masas de rocas que duran semanas o meses, en comparación con los sismos regulares que ocurren en segundos, y en México es muy probable que se den en la brecha de Guerrero o cerca de la trinchera (punto donde una placa empieza a hundirse debajo de la otra)”, explica el especialista.
Ya sabíamos que había deformaciones lentas en la superficie terrestre, correspondientes al ciclo intersísmico, pero eran difíciles de medir. Esto se hacía con los GPS que se dejaban durante horas o días y que, una vez pasado cierto tiempo, se volvían a colocar para hacer lo mismo. Estos estudios son difíciles de procesar, pero arrojan resultados claros, añade.
A decir de Shri Krishna Singh Singh, investigador emérito del Instituto de Geofísica (IGf) de la UNAM, los temblores son movimientos muy rápidos. Por ejemplo, uno de magnitud ocho puede durar 60 segundos en la fuente (epicentro), mientras que los temblores lentos tardan meses.
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