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Era de Claudia
Es el mes de octubre de 2024. Apenas dos días han transcurrido. La rueda de la historia gira, la sociedad mexicana lanza su mirada y apuesta a futuro por seis años.
Hay un sentimiento de gratitud recíproca del presidente saliente y el pueblo mayoritario de México, a punto de las lágrimas mutuas. Son apenas dos días sin Andrés Manuel López Obrador, hay un clima de nostalgia por quien se retira pero también hay un clima de legítima esperanza y optimismo para el nuevo sexenio que vive sus primeras horas, aún en un ambiente de fiesta nacional y pese al golpeteo de las voces periodísticas alineadas de siempre.
La sociedad mexicana ha dado su confianza a Claudia Sheinbaum Pardo como primera presidenta de los Estados Unidos Mexicanos, la banda presidencial engalanó su dorso, su sexenio, su era, corre a partir del día de ayer.
Los grandes temas del desarrollo nacional esperan concreciones y exigirán del talento y todas las capacidades del poder ejecutivo y de cada uno de los mexicanos y mexicanas.
Para un sector mayoritario de la sociedad mexicana su llegada, esperanzadora, es garante de la continuidad de un proyecto que inició en 2018 y que tiene un matiz claramente social, garantizado por lo menos hasta 2030.
Para otro sector minoritario, que no soporta al proyecto del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) alineado a la izquierda moderada, el nuevo sexenio será materia de contraloría mediática, política y económica entre otros rubros. La estrategia como lo fue en el sexenio anterior será hacer oposición a las políticas gubernamentales federales en las formas y en los fondos.
Los que según saben de “Economía” se ensañan con pronósticos pesimistas, como aves de mal agüero aletean con análisis simplistas. Todo México tiene que cerrar filas y reconstruir su economía.
En el marco de la libertad de expresión la trinchera y la guerra en los medios de comunicación es previsible. Ahí están quienes lucran en sus aguas batidas, ahí están en el mes de la patria recién concluido, voces de tufo monárquico servil y rastrero, voces ofensivas y misóginas como las del pseudo comunicador Carlos Alazraqui y otros.
Ojalá la oposición en los partidos políticos, alineada en los hechos a la derecha de los partidos como Acción Nacional, Partido Revolucionario Institucional y Movimiento Ciudadano, muestren un poco de mejor oficio político y en la representación de las minorías que ahora son en el Congreso, en algunos municipios y en pocos estados, por el bien de la gobernabilidad, estén a la altura de la coyuntura histórica y de la agenda del desarrollo nacional.
México es noticia internacional por la toma de estafeta de la nueva presidenta. Las agendas de trabajo en todos los ámbitos de gobierno esperan, mientras los equipos toman su puesto y responsabilidad en la coyuntura de transición.
Este es el caso de la Secretaria de Educacion Publica, ahora bajo el mando de Mario Delgado que tendrá la responsabilidad de seguir haciendo historia y materializar los cambios y continuidades en materia de reforma curricular, relación con la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación y el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, la rectoría del estado en materia educativa en las entidades federativas de Nueva Escuela Mexicana simulada, USICAMM, evaluación institucional, evaluación formativa de aprendizajes, formación y actualización de maestros y maestras, los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa (una década de claroscuros), entre otros temas.
Mario Delgado hoy en perspectiva del mañana, la SEP apenas ayer del 02 de octubre de 1968 a cargo del jalisciense Agustín Yañez.
56 años del crimen de estado contra los estudiantes en Tlatelolco, plaza de las tres culturas, Gustavo Diaz Ordaz y el odio enfermizo por insaculación, de la CIA y del gobierno estadounidense contra todo lo “comunista”, la lucha por las ideas asaltada con balas y derramamiento de sangre joven.
La nueva presidenta como líder estudiantil y académica universitaria que sabe del tema y de las llagas aún abiertas.
La historia de la educación superior que nunca volvería a ser igual después de tan sangriento evento, la causa pública que emerge en las aguas “tranquilas” de la educación y mueve lo social, político, económico y cultural de una nación.
El escenario ahora diferente en el que se genera una conmemoración más, los archivos y expedientes de aquel momento ahora desclasificados, la oportunidad de algunas respuestas, la reformulación de nuevas preguntas.
La noche del 26-27 de septiembre de 2014 en Iguala Guerrero, el imposible olvido, la huidiza justicia, la cómoda impunidad, volver a levantar cargos a personajes clave, revisar la verdad histórica, dirigir la linterna a los archivos y expedientes, revisar la estrategia de los padres y abogados de los normalistas desaparecidos, evitar “Dar vuelta a la página” como sugirió el expresidente Enrique Peña Nieto.
En el ámbito estatal la lejanía estratégica del centro que acapara cámaras y análisis, la sui generis democracia al margen del contexto político nacional, la fiesta del partido Movimiento Ciudadano por la ratificación en la presidencia municipal de Guadalajara en la figura de Verónica Delgadillo.
Guadalajara, la ciudad gris en el temprano otoño, bastión de resistencia que se ahoga en la torta ahogada de su propia basura e inundaciones de inmundicia mientras el estado del que es capital, omiso con la agenda de las mayorías, es un cementerio de desapariciones y de carreteras destrozadas.
El movimiento naranja inmovilizado, donde todo se vende y compra en la lejanía y omisión; una cuarta transformación omisa con la agenda jalisciense, protectora de abucheos; los frutos de una democracia imperfecta que empodera sujetos de mínima visión histórica, de gobiernos opacos de miopía social y de enriquecimiento inmobiliario cortoplacista cupular.
Los personajes propios, adjuntos y oportunistas y los discursos, la cortina de reacomodos de liderazgos sin eje ni centro de gravedad que aún tienen micrófono pese a la ausencia de mensaje para el bien de todos.
En esta coyuntura la celebración de la memoria histórica y prospectiva en fechas señeras. Ayer 1 de octubre, una década de existencia de la revista Educ@rnos. El eco de las palabras y las aportaciones de los rostros y los textos, los observatorios e historias personales en comunidad, el coloquio y el diálogo inagotable, la permanencia de algunos lectores fieles.
La travesía de un proyecto local cargado de referentes, miradas angulares y pensamiento lateral sobre el decir y el hacer educación.
Los educadores públicos y los de sostenimiento particular, sus realizaciones y frustraciones, las cicatrices de la práctica educativa formal en las instituciones escolares en ese proceso de socialización definitoria en los primeros 5 lustros del ser humano
Lo que sucede, lo que se dice, lo que se piensa, la lectura y la interpretación necesaria, la necesidad de hacer textualidad y microhistoria social del tema educativo.
Desactivar benditas hipocresías y meter bisturí al dolor intestinal de un pseudo modelo educativo hecho de confetti y de genuflexiones de los mandos medios que emergen de la educación pública, pero colonizados, sin resistencia abrevan “bien común para el 2040” a la línea más conservadora y clerical de las universidades y colegios tapatíos.
Educ@rnos como proyecto colectivo perseverante que tiene sus propias alas y gritos de sal, la revista de redes sociales de heterogeneidad sin recetas, de voces de escritores y lectores cuyo perfil hace difícil una categorización y que invita siempre a la manifestación del sentir y del pensar, que interpela a la escucha del latido del momento y al uso en primera instancia del pensamiento crítico y la opinión.
La nueva era de Claudia, la primer presidenta de los Estados Unidos Mexicanos, la patria, el honor y responsabilidad del liderazgo de la más alta magistratura, la banda presidencial simbólica que descansa sobre su hombro derecho, la esperanza viva; la educación jalisciense por venir, feliz aniversario a toda la comunidad de escritores y lectores de la revista Educ@rnos.
Respirar profundo, aceptar el reto de hacer historia, la era de jaliscienses y mexicanos propositivos y constructores, la era de Claudia por escribirse.
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