“Podemos decir que esta es la Línea que tiene el servicio más deficiente, las unidades se encuentran colapsadas (…) el tema no es que tengas a demasiadas personas usando un servicio de transporte, el problema es la infraestructura que se tiene para atender esta demanda”, señala.
Por su parte, Arturo Balderas Moyano, representante de la agrupación Corresponsabilidad en el Transporte, dice que pese a que este sistema de transporte sí cumple con una movilidad urbana de manera rápida, debido al carril exclusivo que permite el libre recorrido a los autobuses articulados, las malas prácticas persisten en el cobro en efectivo y el descuido de las unidades, ya que comienzan a deteriorarse y caerse.
Paraderos y unidades deficientes
El reloj está a punto de marcar las seis de la tarde, los últimos rayos del sol se dejan ver y los usuarios del metrobús comienzan a congregarse en el paradero de El Rayito de la Línea 1, que recorre el tramo Tlaxcalancingo-Chachapa.
Los límites de la infraestructura de esta estación, ubicada sobre la Diagonal Defensores de la República, son utilizados como tiradero de desperdicios pues no es necesario asomarse demasiado para notar que llantas, latas, bolsas de basura y hierba crecida se acumula en los costados.
Además, el adoquín azul–color que representó al gobierno panista y se colocó en cada uno de los espacios de esta Línea— se cae a pedazos, pues ya luce incompleto e incluso, en algunas terminales, las piezas permanecen tiradas en la vialidad.
A decir de María José, una usuaria, las malas condiciones en las que se encuentran los paraderos son un “foco rojo” en temas de inseguridad.
“En la noche los borrachos o delincuentes se andan por estas zonas, se quedan aquí (señala un costado de la estación) y dejan su tirado (basura y escombros) o luego lo usan para otras cosas y, como quiera, ponen en riesgo a los pasajeros, nos da miedo”, comparte para esta casa editorial.
Al interior del paradero, en una de las máquinas se asoma un pedazo de papel sobrepuesto con indicaciones para hacer uso de ella, que dista de la tecnología prometida.
Han pasado poco más de 10 minutos y a lo lejos se puede ver la llegada de un camión convencional, pequeño y únicamente con dos puertas–alejado de los articulados y biarticulados que recorren la Línea 2 y 3 del metrobús– con las llantas desgastadas y sin el holograma de verificación vehicular visible.
A decir de la secretaria de Medio Ambiente, Desarrollo Sustentable y Ordenamiento Territorial del gobierno del estado, Beatriz Manrique Guevara, con fecha al corte del 2 de enero de este año, esta Línea no había cumplido con el proceso de verificación y esto se hace evidente en unidades que aún emiten humo negro al estar en movimiento.
La gente comienza a ingresar al camión; la dimensión de la unidad complica el ascenso y descenso de los pasajeros, quienes se abren paso entre empujones para no quedar fuera y no tener que esperar más tiempo en que llegue un segundo vehículo. Al interior de la unidad existe solo una cámara de videovigilancia, que se desconoce si funciona o solo fue colocada para espantar a los carteristas que se aprovechan de la unidad saturada para cometer atracos. Lo mismo sucede con el botón de pánico, visible pero no se sabe si es funcional.
El conductor cierra la puerta y comienza a avanzar, pero un usuario hace que frene la unidad y, por segunda ocasión, abra la puerta, aunque no esté permitido.
El camión retoma su ruta y transita por un carril confinado situado en medio de las vialidades que, frecuentemente, es utilizada por ciclistas como una forma de circular de manera supuestamente más segura que entre los automóviles del resto de los carriles.
En otros tramos los confinadores de acero que debían marcar el carril ya no existen o están a medias, lo que provoca que algunos vehículos no respeten el espacio.
Al interior de la unidad, las conversaciones en voz alta forman parte del ambiente sonoro acompañado de un constante y penetrante ruido, se trata de una de las puertas que comienza a desprenderse de la parte superior y que, en cualquier momento, podría terminar por caerse; el rostro despreocupado de algunos viajeros y del conductor parece indicar que no es un problema nuevo y que, en realidad, todos se han acostumbrado al sonido.
Un usuario cuenta a este diario que presenció el desprendimiento de una ventana al pasar por un bache en la esquina de la calle Defensores de la República y bulevar 5 de Mayo, donde los vidrios le cayeron a un jóven que iba en el asiento, pero sin causar daños mayores y quedando solo en “un susto”.
Además, comenta que son constantes las ocasiones que le ha tocado bajarse del camión y buscar alternativas para llegar a su destino, debido a que las unidades se descomponen en el trayecto.
El vehículo lleva poco más de media hora de viaje, al mismo tiempo que la oscuridad empieza a caer. Esto se hace evidente en algunos tramos donde la iluminación es inexistente tanto en el carril como en la zona de los paraderos—como Galaxia, El Pilar y Mixatlac—poniendo en riesgo a los ciudadanos.
En el recorrido de regreso, la unidad que transporta a esta reportera, cuenta con una cámara de videovigilancia de la que también se desconoce si funciona o no y, en este caso, carece de botón de pánico.
Es a la altura de la estación 18 de Noviembre en la colonia Villa Verde, donde, sin avisar, el autobús se desvía del carril exclusivo y se integra al arroyo vehicular.
El conductor explica que su trayecto es con rumbo al primer cuadro de la capital poblana. Los ciudadanos hacen la parada para ingresar. Aunque por dentro hay un papel que dice “No efectivo”, algunos le dan el dinero al chofer, quien lo acepta, y entonces los usuarios proceden a agacharse y pasar por debajo del torniquete.
De acuerdo con el representante de la agrupación Corresponsabilidad en el Transporte, esta problemática, la de aceptar pago en efectivo, es frecuente e interminable, pues es la “caja chica” de los conductores.
La señora Luisa narra que en algunas ocasiones se ha visto en la necesidad de recurrir a esta práctica, pues suele olvidar su tarjeta, por lo que considera que restringir el cobro de esta manera pondría en “aprietos” a algunos usuarios.
Aunque en el recorrido no se constató de esta problemática, Ana Paula, integrante del Consejo Ciudadano de Movilidad, platica que las unidades de la Línea 1 no cuentan con una zona de maletero para quienes tienen bicicleta y la necesidad de transportarla, espacio que sí está disponible en las líneas 2 y 3 en un horario restringido.
You must be logged in to post a comment Login