Cartas a Gracia

La notas, incluida la roja, en materia educativa destacan, Gracia, a más del desalojo de estudiantes normalistas, en Oaxaca, que insisten en la asignación de plazas automáticas, la violencia que se achacan autoridades y estudiantes –Oaxaca– como responsabilidad de su contra parte, las tomas de instalaciones, incluidas las educativas, por parte de personal docente en la entidades de Oaxaca y Chiapas, los bloqueos en carreteras de Oaxaca y Guerrero incluida la autopista del Sol, la insistencia, por parte de secretarios generales de Comités Ejecutivos Seccionales del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, en la entrega de Pliegos petitorios que incluyen demandas locales que permiten pensar en una nueva versión del proceso de doble negociación salarial, la insistencia, por parte de Rodolfo Tuirán Gutiérrez, subsecretario de Educación Media de la Secretaría de Educación Pública, para lograr “redefinir las finalidades del bachillerato y darle señales claras de identidad para lograr que los estudiantes desarrollen a plenitud todas sus facultades”.

Un Tuiran “docto” en la exposición, así lo muestra la televisión, reconoce, Gracia, insuficiencias (“de un modelo educativo vertical, poco flexible y con viejos hábitos”.), insatisfacciones (“con sus rasgos esenciales y resultados es compartida por la mayoría de los actores de este nivel educativo”), plantea que en la actualidad el nivel acarrea aparejada una “suerte” de disfuncionalidad (“por un lado no suele preparar con eficiencia a los jóvenes para desenvolverse en el mundo del trabajo, y por el otro, por lo general no habilita adecuadamente a quienes eligen realizar estudios escolares”), “baja cobertura, dificultades para contener el abandono escolar y la exclusión sistemática de jóvenes provenientes de los grupos más desfavorecidos”.

Palabras más palabras menos, Gracia, el breve pero demoledor diagnóstico, prolegómeno del IV Foro para la Revisión del Modelo Educativo, (http://www.comunicacion.sep.gob.mx/index.php/comunicados/ marzo–2014/452–comunicado–066–redefinir–el–bachillerato–para–que–los–estudiantes–), coincide con posturas de académicos que cuestionan la pertinencia de planes y programas de estudio de los bachilleratos o preparatorias en sus diferentes modalidades y con la búsqueda de alternativas que respondan a los requerimientos de un nivel educativo en constante crecimiento.

Pero un nivel educativo, obligatorio por mandato constitucional en nuestro país con fecha de vencimiento a 2018, promesa de Enrique Peña Nieto y/o a 2022 como se estipulo al tornarlo con ese carácter, requiere para su transformación, como señala Tuirán, Gracia, de “un conjunto articulado de acciones que hagan de los planteles de educación media superior, espacios sustantivos en la formación de los jóvenes y ámbitos más significativos para sus vidas”. Cierto es, considero, Gracia, que como precisa el subsecretario, “debe ir más allá de la dualidad tradicional mercado laboral–educación superior”, y dimensionar el valor agregado que representan las competencias y habilidades que le corresponde desarrollar a este ciclo para que garantice que los jóvenes sean capaces de ejercer una ciudadanía responsable, usar sus aprendizajes para desempeñarse de manera competente en la sociedad y forjar un proyecto de vida”, proyecto no necesariamente coincidente con la demanda de quienes quisieran contar con un ejército inacabable de mano de obra calificada y barata a su disposición y que por si fuera poco, no quien pagar.

Fase previa a la realización de estudios universitarios, la educación media superior en sus más variadas denominaciones debiese cumplir con los “criterios” establecidos en el artículo tercero de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y formar a la juventud en la lucha “…contra la ignorancia y sus efectos, las servidumbres, los fanatismos y los prejuicios…”, que le fomentará el valor a la democracia considerándola “no solamente como una estructura jurídica y un régimen político, sino como un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo”; y el amor a nuestra nación “en cuanto –sin hostilidades ni exclusivismos– atenderá a la comprensión de nuestros problemas, al aprovechamiento de nuestros recursos, a la defensa de nuestra independencia política, al aseguramiento de nuestra independencia económica y a la continuidad y acrecentamiento de nuestra cultura;” que contribuyera “a la mejor convivencia humana, a fin de fortalecer el aprecio y respeto por la diversidad cultural, la dignidad de la persona, la integridad de la familia, la convicción del interés general de la sociedad, los ideales de fraternidad e igualdad de derechos de todos, evitando los privilegios de razas, de religión, de grupos, de sexos o de individuos,”. Todo un movimiento revolucionario plasmado en nuestra Constitución, Gracia.