Disonancia ideológica sobre educación

By on agosto 22, 2023

Quienes opinan sobre educación, deberían gozar de su libertad para hacerlo, sin embargo, cuando esas opiniones comienzan a direccionar decisiones que impactan al grueso de un pueblo, en ese momento, se tendrá que analizar la dirección que tienen esas opiniones. Detrás de cada opinión, incluyéndose lo que un servidor escribe, subyace una ideología, si no es que una serie de ellas congruente o incongruentemente articuladas.
La libertad se respeta hasta el momento en el que se toman acciones que impactan grandemente y que dejan de ser opiniones para convertirse en procedimientos legales, proyectos y programas o simplemente generan acciones a nivel de grandes zonas geográficas o grupos y segmentos sociales.
En los 70 cuando la tecnología educativa con su sustento conductista aportado y promovido por la psicología, generaba una visión en la cual lo teórico y axiológico se erradicaban de lo educativo sustituido por la eficiencia y eficacia complementada por procedimientos y aplicaciones técnicas sustentada por su propia racionalidad, era el Estado en el caso de nuestro país o de grupos con la capacidad para hacerlo en otros, quien o quienes apuntalaban esta visión educativa que cuajaba y a la vez se nutría de una visión de mundo y una cultura en proceso de construcción.
Hoy esa cultura está construida y enraizada en las personas y, los procesos educativos se debaten por lograr cambios que permitan construir una sociedad con enfoques distintos. Lo curioso, cuando los pensadores críticos declaran que la educación es un acto político y los conservadores la consideran axiológica, tenemos que un ambiente cultural pragmático es el que se ha apoderado de grandes sectores de mundo y de la civilización humana, complementado con el relativismo exacerbado.
Así, la educación como una dimensión axiológica del ser humano se aleja cada vez más de una posibilidad de concretarse como tal en la práctica e incluso, los sectores que defienden esta visión de la educación, echan mano de acciones políticas y del ámbito ideológico de clase para luchar en favor de sus principios y con ello legitiman lo educativo como un acto político, cultural e histórico.
Hoy el estado mexicano pretende lograr una educación para la construcción de una sociedad con una visión distinta, sin embargo, la cultura arraigada en el grueso de los ciudadanos después de décadas de adoctrinamiento y educación –más o menos 5 décadas–, ofrece barreras y muros de resistencia que frenan el trabajo educativo y que no radica únicamente en algún sector o clase social, también radica en la formación despolitizada del grueso del magisterio, de los administradores y directivos escolares, así como de un sistema educativo cuajado de estilos y formas que nada tienen que ver con los procesos educativos críticos.

Información: revistaeducarnos.com

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