Nuevo Marco Curricular

By on marzo 6, 2022

Miguel Bazdresch Parada*

Circulan ya los documentos de trabajo a discutir en las asambleas de personal interesado en la educación, convocadas por la Secretaría de Educación Púbica, para renovar los libros de texto gratuitos para educación básica, a elaborarse con ese nuevo currículo.
El documento de trabajo central se titula Marco Curricular y Plan de Estudios 2022 de la Educación Básica Mexicana. El autor es la Dirección General de Desarrollo Curricular. 157 páginas proponen las ideas del gobierno educativo sobre los temas. Contiene una propuesta compleja y complicada. No es posible discutirla en una nota breve como la presente. Por eso anoto aquí sólo algunas consideraciones iniciales, algunas genéricas y otras puntuales para, espero, contribuir a la discusión y elaboración de ese Plan de Estudios de Educación Básica.
Los apartados 3 y 4 del documento son una clave para reconocer las líneas ideológicas con las cuales se construye la propuesta. El apartado 3 pone “Los elementos centrales de la política curricular para la educación básica mexicana.” El primer elemento es “El derecho humano a la educación y el marco normativo curricular”. Expresa que derecho a la educación es el derecho de todos a ingresar a una institución educativa desde educación inicial hasta la superior. Pregunta obligada: ¿Y el derecho a educarse? En este mismo punto se dice que “La educación básica es obligatoria en el sentido de que debe ser integradora de las niñas y los niños y adolescentes en su diversidad.” Y además “la escuela debe asegurar que no se toleren desigualdades de ningún tipo, ni el racismo, el sexismo, el clasismo y ningún tipo de violencia, en donde en sus aulas puedan convivir estudiantes con diferentes capacidades y ritmos de aprendizaje. Sólo así se garantiza el cumplimiento del derecho humano a la educación”. Desde luego es muy valioso explicitar esas condiciones de la escuela. No es fácil dejar de preguntarse ¿la integración de las diferencias es una obligación?, y ¿quién es la escuela para lograr esos cambios culturales? La bondad de las ideas y principios expresados se asigna lograrlos a entes abstractos. Declaración y las instituciones no pueden lograr lo que la sociedad no es.
En otro apartado (3.3) se discurre sobre la evaluación. Aquí la propuesta resalta y argumenta sobre la evaluación formativa. Evaluar es darse cuenta, maestros, estudiantes y familiares, de los aprendizajes logrados por el estudiante. En un punto se dice “La evaluación del aprendizaje tiene como base la relación pedagógica de las maestras y maestros con sus estudiantes en el marco del aula, la escuela y la comunidad… y debe considerarse, esencialmente, como un proceso orientador del aprendizaje…”.
Sin duda este enfoque es valioso y rompe con la centralidad de la calificación. No obstante, el documento no se atreve a abandonar la calificación. De buena manera pone “La acreditación tiene como función sustentar el otorgamiento de calificaciones y certificados de acuerdo con el juicio que hagan maestras y maestros de todo el proceso de enseñanza y aprendizaje, así como de las condiciones en las que las y los estudiantes hayan avanzado en éste”. Sin embargo, ¿hacen falta calificaciones y certificados en un mundo dónde se valoran los saberes y no los papeles? Las sanas novedades están envueltas en una retórica restrictiva y cuidadosa de no dar margen a ningún nivel de autonomía. Esperemos esto surja en la discusión por venir.

*Doctor en Filosofía de la educación. Profesor emérito del Instituto Superior de Estudios Superiores de Occidente (ITESO). mbazdres@iteso.mx

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