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Se seca Río Mixteco; luce como desierto
- La falta de agua de este importante afluente amenaza la sustentabilidad del sur poblano; pobladores reconocen que es la crisis de agua más severa desde hace al menos un siglo.
Es mitad de abril y la sequía atraviesa su fase más crítica al sur de Puebla. Hace un mes que el Río Mixteco, del que dependen las actividades pecuarias en una de las zonas más rezagadas del estado, se evaporó. Para los pobladores, esta es la crisis más severa desde hace al menos un siglo en la Mixteca. En las riberas del afluente, un campesino observa el cadáver de una tortuga reposando sobre las grietas áridas, mientras su hato de chivos bebe desesperadamente de un charco. Ante las altas temperaturas y la falta de agua del río, algunos productores utilizan limitadas cantidades de agua de sus pozos domésticos para regar sus cultivos y alimentar su ganado, pese a que ello ponga en riesgo la disponibilidad hídrica para sus propios hogares.
Casi cuatro semanas después de que el Río Mixteco dejó de transportar los casi 26 mil litros de agua por segundo que solían atravesar los municipios del sur de Puebla, luego de recorrer varias comunidades de Oaxaca –donde nace el afluente–, para finalmente desembocar hasta el Océano Pacífico, productores del sector pecuario recurren a acciones desesperadas para exigir el apoyo de la Federación para evitar la extinción de su principal fuente de ingresos.
Habitantes de Piaxtla, Acatlán de Osorio, Tecomatlán y Axutla explican a El Sol de Puebla, desde el sitio en crisis, la gravedad de la escasez hídrica para ellos y sus familias, así como el riesgo que representa para la Mixteca la desaparición de uno de los raudales más importantes de la región.
No existe una versión oficial tras la sequedad del río, pero autoridades locales, como el presidente municipal de Axutla, Marco Antonio Monje; y el presidente auxiliar de Progreso, Piaxtla, Walter René Vidals, sostienen que una represa de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) en Santiago Tamazola, Oaxaca, retiene el líquido del afluente antes de permitirle correr hacia la Mixteca poblana, lo que causa la escasez del recurso en el estado.
Situación sin precedentes
A las orillas del raudal, Marcelo Guzmán, habitante de la junta auxiliar de Progreso de Belén, en Piaxtla, relata que la sequedad del río lleva por lo menos un mes. “Como por arte de magia”, dice el también profesor del único bachillerato de la comunidad, fue como se extinguió el agua en un cuerpo hídrico que, según los pobladores más longevos, nunca se había secado.
Mientras camina sobre una plancha de tierra seca, notablemente agrietada y con rocas apiladas entre sí, el maestro explica que las familias de la Mixteca sufren un hecho inédito, ya que la principal herramienta natural que les ayudaba a amortiguar los efectos drásticos de la sequía, que este año se intensificó en comparación con otros periodos, ya desapareció.
Sostiene, además, que la crisis por la falta del líquido se agudizará en las próximas semanas, pues será cuestión de tiempo para que algunas cabezas de ganado mueran por deshidratación.
“Ya no hay agua ni para los peces, esto me parte el alma”, remarca Guzmán. Para Miguel Ortega, ganadero y agricultor de Peña Colorada, en Acatlán de Osorio, el momento en que supo que la situación era lo suficientemente grave como para alertar a otros productores de la región fue cuando vio el cadáver de una tortuga al pastorear a su ganado.
En un pequeño charco de agua estancada y con un característico color verdoso, los chivos del productor beben el líquido de forma desesperada. Mientras eso ocurre, el también campesino relata que dichos reptiles, al igual que otras especies acuáticas generalmente utilizadas para la pesca en la región, eran comunes de ver nadando en el río y anidando a sus crías en alguna cueva cercana a las riberas del Mixteco.
Para él fue imposible evitar comparar dicha imagen –la de un caparazón reseco y frágil– con la de un escenario lleno de animales subsistiendo en las aguas cristalinas del afluente, todo ello mientras el líquido era bebido por el ganado, tal como ocurría hasta hace algunas semanas.
En otro punto de la región, Julio Gil, habitante de Progreso, apunta que la sequedad del Río Mixteco transformó por completo su vida. Hasta hace unos meses él pescaba algunos ejemplares de bagre y los vendía con sus vecinos. Aunque la ganancia no era abundante, dice, le servía para mantener a su familia.
Ahora la búsqueda de nuevas formas de subsistencia se ha convertido en un reto, pero ni siquiera éste es más complejo que el duelo emocional, remarca. Observar el raudal vacío “me dan ganas de llorar”, señala. Gil, de unos 70 años de edad, repite que “soy un hombre rudo, pero esto no puede ser”, todo ello mientras limpia sus ojos humedecidos por las lágrimas.
En las últimas semanas, Marcelo Guzmán se convirtió en uno de los líderes de un movimiento que busca obtener respuestas y alternativas ante la sequedad del Río Mixteco. Recientemente organizó junto a sus vecinos una visita al Organismo de Cuenca Balsas, autoridad que administra los recursos hídricos a nivel de cuenca y cuya oficina está en Cuernavaca, Morelos. Sin embargo, a decir del profesor, la dependencia no ofreció soluciones a la problemática.
Afectaciones
En el municipio de Tecomatlán, Eustacio Pérez narra su desesperación al ver el Río Mixteco durante la fase más ríspida de la sequía en el sur del estado. Aunque hace dos años la sequedad, derivada de la disminución de precipitaciones, dañó hasta niveles nunca antes vistos en la producción ganadera, sostiene que el panorama para 2024 es desolador.
En entrevista, el hombre subraya que el agua es una necesidad irremplazable para la región, ya que su principal fuente de ingresos es la crianza de ganado y la siembra de productos como maíz, frijol y cacahuate, entre otros.
“Es una necesidad de nuestros pueblos. Ya no tenemos agua ni para nuestros bienes de fortuna, nuestros animales. Ahorita los mantenemos solamente con agua potable”, reconoce.
A forma de súplica, Pérez exige a las autoridades federales “voltear a ver por piedad” a la región que, según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), posee niveles altos de pobreza concentrada en Puebla.
La pequeña comunidad de Peña Colorada, en Acatlán, era uno de los parajes más concurridos por lugareños y turistas, debido a que la corriente del Mixteco favorecía que las personas pudiesen nadar y convivir en este lugar.
Este sitio, que antes albergaba un paisaje lleno de vegetación y agua cristalina, ahora está vacío y árido. Sólo se observa un puente colgante construido hace varios años para permitir el cruce de personas de un peñasco a otro. Debajo hay un pequeño charco, y en su interior nadan algunas crías de pescado restantes que morirán ante la falta de circulación del agua estancada.
Fauleano Mendoza, habitante de esta comunidad, pasea junto a sus dos perros de raza pastor alemán sobre lo que solía ser el Río Mixteco. A sus 80 años de edad, el poblano relata con pesar que “nunca había visto este río seco”. Asegura que, en años pasados, inclusive en 2023, el raudal conservaba un pequeño “chorro” de agua hasta en la cúspide de las sequías, lo que permitía la sobrevivencia de cultivos y cabezas de ganado.
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