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Y después ¿qué?
Miguel Bazdresch Parada*
Volvamos a la normalidad. Abramos las escuelas. Todos vacunados (bueno los que no quisieron, no. Los menores de 12 años) Todos en su lugar. Y ¿no pasó nada importante? ¿Nada movió nuestros imaginarios? ¿Aprendimos algo o de plano sólo nos enojamos?
Hay quien aseguraba hace un par de meses atrás apenas: “Nada será igual después de vencida la pandemia”. ¿Y de verdad todo es diferente? ¿Se cumplió la profecía? Ahora escuchamos frases con las cuales se celebra el retorno a la normalidad, ya se olvidan de aquello de “nueva normalidad”. En fin, los humanos seguimos humanos.
Desde luego hay cambios en muchos sitios y aspectos, quizá no los vemos, y ahí están. Las familias quienes perdieron a seres queridos por la enfermedad o por las consecuencias de la misma, no serán las mismas, pues nuestro sistema de salud, con todo y la extraordinaria actuación de muchos miembros del personal de salud, no impidieron muertes de personas cuya vida aún tenía ruta por delante. Preguntemos a los trabajadores y empleado que tuvieron la suerte de seguir trabajando desde su casa. Sin duda una nueva experiencia y quizá sintieron cómo se ponían nuevas bases para su desempeño. A las mujeres cuya situación familiar las obligó a quedarse en casa, perder o casi, su empleo, encerrarse para cuidar a la familia, y enfrentar nuevas preguntas sobre el cómo, con quién y para qué.
Sin duda, maestros y estudiantes son un grupo, también afectado, pues habían tomado con desenfado eso de la “educación a distancia” y en dos semanas no les quedó otra opción que tratar con esos medios, “tan fríos” y, según muchas voces, inútiles para aprender, y por tanto, el país se vería lastimado por la “irreparable pérdida de una generación” sin aprendizajes básicos para vida personal y social.
Las realidades de la pandemia, de la apenas visualizada postpandemia y de la “nueva” normalidad se imponen, poco a poco. La paciencia, la observación y la contextualización nos ayudará a poner cada pieza de esas realidades, y las que surjan, en su lugar y su dinámica. Será difícil hacerlo pues los discursos más oídos, no necesariamente escuchados, son de quienes van a insistir en que “ya pasó” y “ya aprendimos” y “no nos volverá a pasar”, con lo cual sabemos ya desde ahora lo desviante de su intención.
Al mismo tiempo, desde otros lugares, las personas, los trabajadores, los empleados, los maestros y los estudiantes estaremos atentos a revisar y reubicarnos, atentos a recuperar aprendizajes sustanciales, a medir los efectos, positivos y negativos, y con paciencia e inteligencia colectiva seguiremos construyendo el camino hacia los propósitos de fondo que justifican nuestras acciones y dan valor a nuestras intenciones, en un ambiente de mayor y mejor compromiso por aportar, para decirlo sin detalle, a un mundo mejor para todos.
Así, después, ¿qué? Empujar, aprender, agruparnos, vitalizar, dinamizar y desde nuestras comunidades trazar el nuevo rumbo y zarpar.
*Doctor en Filosofía de la educación. Profesor emérito del Instituto Superior de Estudios Superiores de Occidente (ITESO). mbazdres@iteso.mx
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