Conocimiento recibido

By on marzo 4, 2024

Mi colega y amiga Shaila Ruiz, en su tesis doctoral en la Universidad Antropológica de Guadalajara (“Desarrollo de la conciencia feminista y su configuración como proceso de crecimiento personal: experiencias de mujeres, 2023) analiza los cambios en la visión de las mujeres que se dan cuenta de que las creencias y roles establecidos en un contexto patriarcal pueden cuestionarse en sus vidas. Adicionalmente, se dan cuenta de que otras mujeres ya han pasado por esos cuestionamientos de relaciones que ellas veían como “naturales” y fluidas. Los testimonios que muestra trascienden la reflexión académica y señala cómo algunas instituciones “fortalecen las acciones de opresión contra las mujeres y lo femenino”. Algunas situaciones detonan cambios inesperados y se profundiza en el desarrollo de una conciencia.

Esta ruptura con nociones en las que se habían inscrito muchas de las relaciones de las mujeres no es privativa del género femenino, aunque ha sido analizado por Mary Belenky y colaboradoras en Women’s Ways of Knowledge(1986), quienes señalan importantes distinciones entre cuatro tipos de conocimiento. El primero del ellos es el conocimiento recibido, en donde éste remite a “hechos, información y a las respuestas correctas”. Este primer tipo de conocimiento no requiere de la intervención de quien recibe el conocimiento. Le basta con aceptar y ser un repositorio y, en algunos casos, simplemente repetir lo que se le inculcó. De ahí que la crítica que Ruiz señala en su tesis doctoral a “la iglesia” (que, sospecho, han de ser múltiples sus manifestaciones) resulta pertinente al considerar cómo muchas de las prescripciones religiosas están ligadas a la convicción de que la realidad sólo debe concebirse como se le concibe dentro de los márgenes del conocimiento que será entregado a quienes se encuentren dentro de sus márgenes. El conocimiento sería percibido, señala por su parte Belenky, como una serie de verdades absolutas recibidas de autoridades infalibles. En este tipo de conocimiento el aprendizaje se limita a recibir y repetir ese “conocimiento” (https://uthsc.edu/tlc/documents/womenswaysofknowing.pdf). Estos tipos de conocimiento pueden verse también como etapas en un proceso. Al primer tipo de conocimiento (recibido), le antecedería una etapa de silencio, en donde el aprendiz potencial depende totalmente del capricho de la autoridad externa. La segunda etapa corresponde a recibir y reproducir el conocimiento. Llegar a la tercer etapa implicaría concebir a la verdad y al conocimiento como algo personal, privado e intuido. Sería en la cuarta etapa, la del conocimiento procesal, cuando se recurra a procedimientos objetivos para obtener y comunicar el conocimiento. La quinta etapa, del conocimiento construido, percibe al conocimiento como un producto contextual y se valoran las estrategias subjetivas y objetivas.

Tanto en el caso específico de la construcción de una conciencia feminista, como en la construcción de conocimientos en relación a diversas acciones y disciplinas, muchos docentes y aprendices desearíamos llegar a la etapa de construir conocimiento y ser creativos para generar estrategias que nos permitan saber más sobre la realidad. Sin embargo, como lo hemos atestiguado muchas veces, hay quienes conciben al conocimiento como una comunicación dogmática que no permite cuestionamientos. Las concepciones respecto al sexo y género de los poderes divinos suelen entregarse para no ser cuestionadas ni analizadas por quienes las reciben. Desde la consideración de los aprendices como una “tábula rasa” que sólo han de recibir y no generar preguntas respecto a lo que se les comunica, hay pocas probabilidades de que los aprendices se planteen cuestionar otras saberes y otras relaciones. Cuando nos encontramos con algunos docentes dogmáticos podríamos plantearnos las posibilidades de que esos contextos generen otras perspectivas de análisis (https://pages.uoregon.edu/munno/Learning/Stages.html). Aunque, seguramente existen contextos en los que está prescrito no dudar de lo que se recibe. No en vano los terraplanistas y diversos creyentes de religiones establecidas o emergentes son premiados por repetir lo que se les enseñó, y muchas veces castigados por dudar, cuestionar o concebir la realidad de otros modos o explicarlos con otros modelos que no coinciden con las ortodoxias.

Así, los devotos de diversos dioses y sectas no se pueden caracterizar por ser críticos de las realidades que les circundan y los “expertos”, ya sean carismáticos o seguidores avanzados serán quienes tengan las respuestas. Son los mil pingos quienes inspiran a los aprendices a plantearse preguntas fuera de los límites del conocimiento recibido o permitido. Lo hemos visto también en los casos de los devotos de doctrinas políticas y sus representantes. “Las cosas se hacen así y no de otro modo, como bien sabemos”. Lo hemos observado también con los devotos de orientaciones pedagógicas que no se cuestionan: sólo se puede enseñar así porque sólo se puede aprender asá. Aunque, por otro lado, también somos testigos de que en la historia y en la actualidad de la existencia humana, existen diversas formas de plantear y resolver los problemas, diversas perspectivas y diversos procedimientos. Aun cuando los humanos tendemos a copiar las soluciones que nos parecen eficaces, hay ocasiones en que también copiamos los errores de otros tiempos y latitudes

Como se ve en los testimonios de personas que declaran que se les abrieron los ojos a nuevas realidades a partir de nuevas experiencias, nuevos, contextos, nuevas informaciones o nuevas formas de plantearse la realidad, el conocimiento recibido contribuye a que permanezcan en el poder quienes lo tienen al llegar los nuevos aprendices. Tanto en los gobiernos mundiales como nacionales y locales. Lo vemos con la tradición monárquica, de la que rara vez se dejan escuchar las voces de quienes la cuestionan (aquí hay una voz del 2017 que señala que en realidad no se necesita al rey en España: (https://blogs.elconfidencial.com/espana/tribuna/2017-12-25/para-que-sirve-monarquia_1498078/). La tradición monárquica ha tenido tal peso que se sabe de monarcas que cambiaban de religión y, por ende, toda la población de sus jurisdicciones habría de aprender los dogmas, prácticas, rituales y lenguajes del credo al que su monarca se había adscrito. Como ya sabemos que wikipedia en todos los chismes se mete, cito éste de la conversión de un príncipe como acción para argumentar persecución religiosa para hacerse del poder político (https://es.wikipedia.org/wiki/Conversión_de_Recaredo). Cuestionar los conocimientos recibidos, ya fuera en el siglo IV en la península ibérica o en el siglo XXI en América latina, puede derivar en importantes conflictos, para cuya dilucidación se esgrimen argumentos supuestamente basados en conocimientos de cómo debe creerse y practicarse una religión para derivar en cómo debe gobernarse y obedecerse. En todo caso, el tipo de conocimiento recibido no suele tener muchas inclinaciones reconocidas a cuestionar lo que entregan los mentores. Aun cuando los aprendices quedarán con dudas, lo que suele responderse con “son misterios”. O, como decía mi profesor de matemáticas en la licenciatura: “es un acto de fé”. Los aprendices se ven obligados a repetir procedimientos, sentencias, resultados y perspectivas, dentro de la ortodoxia de la disciplina o la jurisdicción en la que se ubiquen.

Por otra parte, observamos que los cambios en los análisis de la realidad, con mayor profundidad, con otros horizontes, desde otros ángulos, suelen verse con desconfianza por quienes detentan algún poder derivado de sus “saberes”. Los aprendices que cuestionan las teorías, las estrategias y los procesos asociados a un campo del saber, suelen ser castigados, perseguidos, incinerados o, como mínimo, expulsados, lo que conlleva el riesgo de que con ello inauguren una nueva forma de conocer y de explorar el mundo. Aun cuando es bastante frecuente que nos encontremos con estudiantes enamorados de perspectivas y de modelos de aprendizaje idealizados, también nos hemos encontrado con aprendices que se resisten a aceptar lo que se les enseña como el conocimiento último y definitivo. Con lo que demuestran que hay otras maneras de ver el mundo, de enseñar y de aprender. Como muestra el análisis de Shaila Ruiz, habrá quienes se planteen preguntas que, descubrirán, ya otras personas habían explorado: ¿es así como debe ser? ¿Es ésta la única realidad posible? ¿Son estos docentes los únicos “expertos” en las áreas que nos interesa aprender?

¿Y tú? ¿Te conformas con lo que te cuentan las “autoridades” en distintas disciplinas y campos de la acción humana? ¿O te da por transformar y cuestionar lo que recibes como supuesto conocimiento inalterable?

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