La escuela, espacio de protección

By on junio 11, 2014

89 días, 19 horas, 47 minutos, 12 segundos faltan, al momento de escribirte, para que se efectúe XXXII edición del Maratón Internacional de la Ciudad de México que, señala el sitiohttp://www.maratoncdmx.com, tendrá a la ecología como motivo central y seguirá, en gran parte, se informa en la www, la ruta olímpica. Saldrá de la avenida Juárez, y concluirá en el estadio Olímpico de la Ciudad Universitaria. Por cierto que el 27 de julio, Víctor correrá el medio maratón, carrera que con la conmemorativa de día del padre forma parte de tu programa de entrenamiento y que partirá y concluirá en el emblemático Monumento de la Independencia. La del 15 de junio, que tu correrás por el circuito trazado sobre el periférico sur de la ciudad capital con destino al Bosque de Tlalpan, tiene su parangón en otra, que el mismo día y con el mismo motivo se correrá en las colindancias de los municipios de Puebla y San Andrés Cholula. Por cierto, a diferencia de las carreras que se corren en muchas partes de la República, las de la capital, fundamentalmente el maratón, se convierten en una fiesta popular que se promueve por diferentes medios. La pagina del Instituto del Deporte del DF, además de bonita, sirve para los fines propuestos, Gracia.

Coincido, Gracia, con el camaleónico Roberto Campa Cifrian (subsecretario de Prevención y Participación Ciudadana de la Secretaría de Gobernación), sobreviviente político vinculado con Elba Esther Gordillo Morales, y de paso con Emilio Chuayffet Chemor (secretario de Educación Pública) cuando señalan que la violencia no se genera en las escuelas, como también comparto que su expresión en los recintos escolares de educación básica, primaria y secundaria, se ha incrementado cuantitativa y cualitativamente. Que es, o era algo visto como normal, como tolerable, Gracia, como señala Campa, sería algo tan real como que diariamente, niñas, niños, adolescentes y mayores recurren e ella para expresar sus emociones. Las manifestaciones que te enseñan que la violencia es una forma de vida se encuentran vinculadas desde la más tierna infancia, salvo la opinión que emitan psicólogos, sociólogos y demás expertos en conducta, a la educación que recibimos en casa, a los juguetes con los que crecemos, pistolas y metralletas, a las fiestas a las que concurrimos, propias y ajenas, en las que los “payasitos” gozan “ridiculizando”, “violentando” a madres y padres de familia y/o a los adultos, para provocar las risas de los asistentes, niños y niñas; a las caricaturas y programas de televisión, añejos y nuevos, en los que lo “normal” es presenciar cientos y miles de agresiones y muertes; a los videojuegos, productos de entretenimiento virtual, con los que las nuevas generaciones se divierten y cuyo objetivo, en la mayoría de ellos, es golpear y dispar irracionalmente, contra chinos, negros y mexicanos.

Asociada a la sobrevivencia, Gracia, pero fundamentalmente a la obtención y mantenimiento del poder, ejercida de manera monopólica por el gobierno y sus administradores (uso legítimo de la fuerza), la violencia se propaga, en mi opinión, a través de los medios masivos de comunicación; formales e informales y se ejerce sin miramientos, lo mismo que por patiños de la comedia, que por preclaros, titulares de programas de noticias, censores de disidentes que ejercen un monopolio sobre el ejercicio “de su verdad”, axioma coincidente, siempre o casi siempre, con la opinión que ejercen en nuestro país, quienes debiesen en todo momento, obedecer los mandatos del pueblo. Pero la violencia que “enseña”, Gracia, se transmite, a más de los noticieros que la exaltan cuando privilegian la “nota roja”, por programas de divertimiento y aparente crítica con ¿sentido social?, en los que conductoras y conductores, privilegian “formas” de comunicación mediante las que se mofan de sus congéneres, escudados muchas veces, en la reproducción de opiniones propaladas en redes sociales, así se trate de menores que mediante diatribas, tuvieron la intensión de proteger a sus padres y que como respuesta, fuesen objeto de escarnio a pesar de encontrarse protegidos mediante normas que buscan evitar el uso de la violencia en contra de menores.

Que habría que mantener a la escuela como un “espacio de protección que tenemos que mejorar” y que deberíamos “velar por que la escuela no sea un espacio de violencia”, premisas mencionadas por Campa y por Chuayffet Chemor con las que muchos coincidimos, Gracia, remiten, con esa intención y no por que ellos externen cuestiones planteadas anticipadamente por maestras y maestros, madres y padres de familia, a buscar que en las escuelas, a más de los conocimientos transmitidos al respecto en las asignatura como Educación Cívica y Ética, se fortalezca la enseñanza de valores, como la tolerancia y el respeto, la no discriminación por cualquier motivo de raza, religión, sexo, preferencia sexual, como señala la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, lo mismo que el fomentar en alumnas y alumnos el desarrollo de un pensamiento crítico, característica asociada a una vida en democracia. Que se debe restablecer la autoridad del personal docente, que debe dejar de satanizarse a las instituciones educativas y a los trabajadores y trabajadoras de la educación, que deben aprender respuestas “rápidas” ante situaciones extremas, mediante “protocoles de actuación”, como establece Campa, parecerían cuestiones obvias que, sin embargo, requerirían, en opinión de Alba Martínez Olive, Subsecretaria de Educación Básica de la Secretaría de Educación Pública, de la formulación de “acuerdos, reglas, límites y sanciones” que normen la conducta y la convivencia en los planteles escolares. Sin duda la responsabilidad es común Gracia, sin embargo es mayor para quienes detentan la propiedad y la posesión de los medios masivos de comunicación. Hasta la próxima carta, Gracia.

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