La letra con sangre entra

By on junio 27, 2017

Por: Alma Dzib Goodín*

*Directora del Learning & Neuro-Development Research Center, USA.

alma@almadzib.com

Aún recuerdo cuando los maestros pegaban con el borrador en los dedos. Si bien nunca lo sentí en carne propia, si tengo el recuerdo de algunos compañeros de clase que sufrieron la furia del maestro. También recuerdo otros castigos como quedarse sin recreo, sin comer, sin poder ir al baño o parados en un rincón.

Todo ello con la finalidad de mantener el buen orden en el salón de clase.
Si acaso uno se equivocaba al escribir, había dos opciones, corregir antes de que alguien se diera cuenta, o bien repetirlo 100 veces, ¡mínimo!, y a eso casi nadie escapaba porque sino era el maestro, mamá se daría cuenta de que una palabra estaba mal escrita, o si me comía una letra, una palabra o una frase. No existía ninguna escapatoria, una palabra mal escrita era sinónimo de falta de atención.
En la actualidad, no hace falta una muestra muy grande para notar que los niños “escriben y leen” como si pudieran inventar su propio idioma. La ortografía es realmente nefasta y ¡mejor no hablemos de la redacción!

error ortografia
La excusa de todos es que: “nadie lo lee”, y como a nadie le importa, pasan de primero a sexto de primaria escribiendo como les suena, les viene en gana o como les parece más fácil. Después de todo, la maestra no lo revisa.
La lectura es otro problema, pues no solo leen en monótono, lo cual les impide comprender, sino que cambian, añaden, eliminan o inventan palabras. A lo que se agrega el comentario de los padres: “es que no le gusta leer”.
Las formas más usuales de corrección de estos problemas son: romper las hojas frente al rostro de los niños y que lo vuelvan a hacer o bien, ignorar la escritura y la lectura. Sin embargo, ambas opciones solo empeoran el problema.
En este sentido, es bueno comprender la retroalimentación que existe entre la lectura y la escritura, pues cabe recordar que ninguno de estos procesos está programado a nivel cerebral, porque se debe modelar a nivel social.

Respecto a la escritura, la mejor forma de corregir con pasos de bebé es estar al pendiente de lo que los niños escriben y corregir al momento sus errores. Los niños con quienes trabajo han tomado de buen modo el proceso y rápidamente aprenden el modelado a través de la “gomita vengadora”, misma que borra los errores en uso de mayúsculas, minúsculas, letras, palabras o acentos.

tachando
Las primeras sesiones uno debe borrar casi todo, pero poco a poco la tasa de error disminuye, además de que los niños aprender a autocorregir, y ellos mismos borran, pues se hacen conscientes de su escritura y de la importancia de escribir correctamente. Me parece que el principal problema surge ante la falta de estrategias metacognitivas, pues cuando los niños leen lo que escriben, se dan cuenta de sus propias debilidades en el proceso.

Respecto a la lectura, lo ideal es que haya un buen lector con ellos, compartiendo la lectura de textos simples, escuchando y corrigiendo los errores al momento, y por supuesto, clarificando las palabras que los niños no comprenden. Si es posible apoyar la lectura con lecturas o fotografías externas, la experiencia puede ser muy enriquecedora.
Es realmente vergonzoso el nivel de lectura y escritura de los niños, desde los primeros años de primaria hasta secundaria, pero el principal problema es la falta de atención que se da por el poco tiempo que se dedica a los niños, tanto de los padres, como de los maestros, quizá por la idea de que es un trabajo conjunto por lo que se culpa al otro de la falta de pericia por parte de los alumnos. La verdad es que es un problema nacional que requiere de mucho esfuerzo.
En el país del norte hay grupos de voluntarios que trabajan con los niños en proyectos comunitarios, apoyando a todo el que se acerca, y ojalá surgieran iniciativas de ese calibre en México, sin que sean tomadas como guarderías pues también se encuentra el abuso de los padres, quienes dejan a los niños por horas bajo la idea de que se está trabajando con ellos. Los niños requieren del apoyo de los padres, y no es justo que se busquen los grupos de ayudas de tareas como una extensión del tiempo libre que los padres tienen con la escuela, y tal vez sea por ello que se han popularizado los cursos de verano, como un medio de deshacerse de los niños, lo cual explica la falta de atención que los niños sufren.

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