La regulación escolar ¿Quién educa y cómo hacerlo?

By on septiembre 20, 2020

Revista Educarnos

La pandemia debido al COVID–19 ha sido un fenómeno devastador en varios sentidos, uno de ellos está reaccionado con la imagen y la legitimidad de la educación que regula el Estado a través de la llamada escuela pública y la otra es la educación privatizada o que hay que pagar para recibirla.

Para el ciclo escolar que inició el pasado 24 de agosto, la escuela privada perdió aproximadamente el 35% de lugares de alumnos y alumnas que antes asistían a institutos o colegios privados, todo ello por diversos motivos: a) la pérdida de empleo y baja salarial de los padres, b) el que se permanezca en casa y da lo mismo una modalidad que la otra; pero lo paradójico del asunto, es que muchos padres de familia en estos días, alegan que las escuelas privadas no están educando.

Del otro lado, tenemos a un número considerable de colegios que han tenido que cerrar (sobre todo escuelas pequeñas) y en consecuencia de ello, han tenido que despedir a los docentes que ahí laboraban sin previo aviso y, de ser en el origen un problema pequeño, se ha convertido en un problema mayor con muchas aristas.
Lo que coloco en el centro de la reflexión es la creencia de los padres de familia, de lo que significa (para ellos) el asistir a la escuela y educarse. Es a partir de aquí donde se mueven las piezas de este microsistema.

Si bien, la atención educativa de manera remota no es la mejor estrategia, los padres de familia como parte de su sistema de creencias (creen, piensan, intuyen o imaginan), que los maestros y maestras no están trabajando porque no atienden directamente a sus hijos, cuando la responsabilidad última (como está sucediendo ahora) se traslada al hogar, entonces emerge una mayor responsabilidad de los padres y hasta de los niños y niñas en edad escolar por gestionar y admisntrar el tiempo y su propio proceso de estudio.

En el fondo queremos responsabilizar y hasta culpabilizar a otros para evadir nuestra propia responsabilidad de educar. Ningún colegio es culpable de lo que está pasando hoy en día (no los estoy defendiendo), simplemente digo que la decisión última de elegir y los motivos de dicha elección, está en los padres y no en las escuelas.

Termino diciendo que el problema de fondo reside en las representaciones que sobre la educación pública hemos construido y, por educación pública y lo público lo entiendo aquí como lo definía Pablo Latipí, como un servicio público dirigido a toda la sociedad. Pagar por el servicio educativo o el conformarse con lo que el Estado ofrece no debiera ser un asunto de contradicción tan enconado. Al final ha sido la autoridad educativa la encargada de hacer más grande dicho encono, al no regular debidamente o no poner reglas claras de lo que le toca a cada instancia.

Educar o educarse no está en función de la escuela o el colegio que eligen los padres o madres de familia, en dicha decisión no se resuelve el compromiso de acompañar y educar a los hijas e hijas desde el hogar.

El problema también es que el servicio educativo se ha convertido en un fetiche y de ese fetiche, la dicha disputa es saber quién se deshace de él o quién consigue una atención educativa más fácil o más barata.

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