Encuentros y desencuentros generacionales en la educación vitual

By on agosto 18, 2020

Revista Educarnos

La pandemia que vivimos en 2020 ha venido acompañada con el galopante avance y desarrollo de las tecnologías, mientras que la especie humana nos vemos cada vez más vulnerable, en paralelo las tecnologías se apoderan del destino de la humanidad.

Bajo este contexto existe una diferencia cualitativa en cuanto a grupos sociales debido a rangos de edad, género y estatus social. Los jóvenes (llamados nativos digitales) son los que mejor se han adaptado a los nuevos formatos escolares y de distintos trámites burocráticos. Aquí mismo un grupo amplio de docentes que fueron formados para desarrollar la tarea educativa en contextos diferentes, se han visto en desventaja, al no poderse adaptar fácilmente al uso de las nuevas herramientas de trabajo y una demanda cada vez mayor en la utilización de dispositivos basados en esquemas o enfoques relacionados con la llamada virtualidad.

Hoy se hace más fuerte aquella frase que se decía en educación: trabajamos con contenidos del siglo XIX y maestros formados en el siglo XX para atender a niños y niñas que han nacido en el siglo XXI. Esta desproporcionalidad temporal comienza a cobrarnos la factura cultural y pedagógica.

Muchos maestros y maestras se resisten a trabajar con las herramientas digitales del siglo XXI, somos (me incluyo) torpes cibernéticamente, sin embargo, la propuesta pedagógica cada vez está más hegemonizada en mayor medida por la virtualidad y el uso electrónico habilitado en educación.

Antes los docentes tenían que resolver de dos a tres habilidades pedagógicas básicas para desarrollar la tarea de enseñar:

a) Conocer a los estudiantes a su cargo, como sujetos visibles de carne y hueso con diferencias contextuales y sociales y con diferentes estilos en el acto de estudiar.
b) Conocer los planes y programas de estudio de la currícula formal.
c) Manejar en la acción metodologías de enseñanza para facilitar aprendizajes en los sujetos a su cargo.
d) Saber utilizar medios y materiales de apoyo como auxiliares para facilitar dichos aprendizajes.

Ahora, a lo anterior se le suma la capacidad para saber utilizar una computadora: conectarse vía internet con las plataformas acordadas, contactarse con los estudiantes, crear un clima de trabajo adecuada en el entorno virtual, recibir y revisar trabajos en formato digital y devolverlos de la misma manera, etcétera.

No se sabe hoy en día cuál es el componente principal de los antes mencionados y el que articula toda la tarea, pero lo que sí se puede afirmar, es que para las y los educadores, es que dichos componentes queden desarticulados. Un ejemplo de ello, es poder conocer a los alumnos implica conocerlos hoy en día en el uso de las nuevas tecnologías, y en ello buscar una estrategia para superar los rezagos y que logren superar dicha deficiencia.

Hoy en día los jóvenes y los viejos se encuentran mediados por un procesador, el encuentro sirve para hacer más evidentes las diferencias y las inequidades digitales. Es triste escuchar de una estudiante universitaria de ciencias sociales decir cosas de uno de sus maestros: “Fulano es un burro no sabe ni encender una computadora, como nos va en enseñar en estos momentos en que ya no asistiremos a la escuela”.

Ésta es una realidad cruda y aplastante, en el fondo el saber instrumental ni puede y ni debe quedar desligado del resto de la tarea, es el componente fundamental para la mediación. No se trata de saber computación como un agregado más, sino de saber utilizar los aparatos y dispositivos electrónicos y de las nuevas tecnologías como un recurso para saber seguir educando. Ese es el reto actual. Dicho reto no es simple, ni fácil de superar y más aún, cuando el trabajo a distancia va a durar mucho tiempo más de lo que se ha anunciado. Esta nueva normalidad difícil e incómoda es el nuevo escenario bajo el cual viviremos los próximos años. Aprendamos a sacarle provecho y aprender para actuar, no queda otra alternativa a los educadores que fuimos formados en un pasado distante que sólo sirve para hacer aflorar recuerdos y nostalgias.

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