La educación masificada es aberrante

By on junio 22, 2014
  • El mundo es rico por su diversidad, no por su igualdad, que no tiene nada que ver con el trato justo; ¿si todos los destinos turísticos son iguales para qué queremos ir tan lejos? 

José Luis García Barcala
Por:  Mtro. José Luis García Barcala

Imagine que comparamos a un país con una biblioteca. Las comparaciones son odiosas, lo sé. A pesar de ello, le invito al ejercicio con el afán de reconocernos en ella y encontrar nuestra posición en los estantes, en las temáticas. Cada libro es un ciudadano. Se escribe con la experiencia rica y única de su vida. Desde el principio podemos notar una singular situación que resulta aberrante. El hecho de que exista un solo plan de estudios escolares terminará escribiendo en las hojas de todos los niños el mismo índice y contenido. ¡Qué horror! ¿Para qué queremos una biblioteca llena de libros iguales? ¿Para qué queremos un país lleno de niños iguales? Si quisiéramos que fueran soldados de un régimen totalitario pues tal vez.

Desde luego, en el supuesto, no todos los niños viven las mismas experiencias. Pero al concentrar el conocimiento en la misma temática, ¿de qué nos va a servir una biblioteca de libros que hablan del mismo tema? Por ello es importante preguntarse si queremos un país más diverso, donde realmente radica la riqueza de un pueblo o si deseamos una colectividad abrumadoramente aburrida. Las colectividades asemejadas no discuten, son perfectos borregos de un régimen. Los gobernantes de los países desean eso, porque es más fácil controlar a las masas, a los pueblos que aceptan todo por presión social, amenazando de forma sencilla a quienes no se aceptan a sí mismos como repetidores de la sistematización.

La riqueza de un libro está en su autenticidad, en su propuesta unitaria, en discusión con otros libros, en su innovación; recoge las experiencias de los anteriores y las replantea para darles un nuevo enfoque, quizá una prueba de nuevas evidencias. La riqueza de un niño está en lo mismo. La educación que recibe debe residir en sus propios intereses, no en los que el sistema le quiera imponer. De suyo mamará la educación familiar, las costumbres de su pueblo, lo cual ya es una verdadera tortura cuando se heredan condiciones sociales provenientes de falacias, de mentiras o dominación de los pueblos. Es decir, los mexicanos ya traemos una serie de vicios históricos que difícilmente se pueden desarraigar; primeramente una cultura aunque rica y conocedora de su entorno, también era una sociedad salvaje y represiva, esto en la época precolombina. Luego la dominación y transculturación europea, con la conquista. Se generó entonces un híbrido, algo así como un libro de Las mil y una noches, que es una colección de cuentos. Y luego una doctrina Monroe, la de “América para los americanos”, una transculturación de dominación de los Estados Unidos también. Nuestros libros se han llenado de historias que no son nuestras. Algo así como una colección de plagios.

Pero es peor que eso. Se trata de un adoctrinamiento en el error. La historicidad ha sido incorrecta, alterada por el sistema, escrita por los que ganaron la guerra porque quienes la perdieron murieron en ella. Y como el sistema ya se ha impuesto, mecanizado e institucionalizado, quienes viven de él, lo defienden y tienen los recursos para seguir reimprimiendo libros a su antojo. Y hablo de libros (niños) que reimprimen en las aulas escolares con planes de estudio unificadores y dosificados de la ciencia del sistema. Muchos nos fuimos con la finta cuando así nos educaron, pero descubrimos la falacia y despertamos. Seguramente tuvimos acceso a otros libros que nos hicieron ver la verdad. Pero los demás no nos quieren creer. Están seguros de que el sistema es lo mejor que se puede tener, que es más conveniente, o que nada se puede hacer.

El mundo es rico por su diversidad, no por su igualdad, que no tiene nada que ver con el trato justo; ¿si todos los destinos turísticos son iguales para qué queremos ir tan lejos? La idea es vivir una nueva aventura en cada vacación. Si todos los niños que se educan en este país son iguales, lamento informarles que México seguirá en las mismas condiciones, sin poder solucionar sus problemas, ahogándose en la obesidad, en el bullying, en las vejaciones de unos contra otros, en crimen organizado, en violencia doméstica, etc. Nada va a cambiar porque los errores están sistematizados.

masiva

Si deseamos evolucionar a una nueva forma de país, justo, organizado mas no homogeneizado, consciente de sus recursos o sustentable, rico en cultura, respetuoso de las tradiciones de las comunidades, competitivo, eficiente, etc., debemos cambiar nuestra biblioteca, una más amplia, esto quiere decir que se deben fomentar los aprendizajes universales y no los sistémicos (cultura y ciencia mundiales y no libros de texto gratuitos); de paso sea dicho que deben desaparecer los programas de la SEP, quizá sólo como una guía temática. Se debe fomentar que cada comunidad cree sus propios contenidos, especialmente sobre los problemas de su zona, sobre la productividad y ecología regional pero con la aplicación de los conocimientos de la ciencia universal, iluminados por ellos, discutiendo con ellos, aportando nuevos descubrimientos sobre ellos. Y especialmente guiados por el educando, por su interés, por sus gustos y motivaciones.

Nuestra biblioteca debe ser un hervidero de libros novedosos, sui generis, abierta a todo tipo de conocimientos y no sólo a los que impone un sistema. Enriquezcamos nuestro país con diversidad cultural, no lo empobrezcamos más con intentos sangrientos de reglazos de los profesores y las instancias oficiales. Hagamos experiencias enriquecedoras para los estudiantes, no torturas psicológicas depredadoras de cerebros, que no hacen otra cosa que generar obreros decepcionados de la vida, frustrados por no alcanzar sus metas, hartos del trabajo, vividores del sistema.

Hagamos de la SEP un simple comité evaluador que permita conocer los avances de una y otra comunidades para que ellas se autoevalúen y corrijan su camino según sus necesidades locales. Involucrémonos como sociedad en la creación de ideas educativas originales, aportemos temas interesantes y novedosos y no matemos el interés innato de los niños por aprender; por el contrario, incentivemos su creatividad, su amor por el conocimiento, las ciencias y las artes, la tecnología y el desarrollo sustentable.

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