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Rescatar la cultura del diálogo en la educación
Estamos a unos días de que inicie un nuevo ciclo escolar, lo que será el curso 2024-2025 y la expectativa al inicio del mismo es grande; niños y niñas van a la escuela con material nuevo, con cuadernos nuevos y con el deseo de aprender, de jugar, de estar al lado de sus pares escolares; niñas, niños, jóvenes y adolescentes, bajo este contexto, aparece una vez más el diálogo como una alternativa pedagógica válida en todo momento. Aprender a dialogar significa aprender a estar al lado de los demás. Dialogar tiene que ver con el reconocimiento de que las demás personas, es decir, las otras y los otros también tienen ideas y también tienen un punto de vista sobre las cosas que no siempre coincide con las ideas nuestras.
En una sociedad como la nuestra, la cual está basada en la imposición de disposiciones y en el autoritarismo gubernamental y sindical, el diálogo emerge como una alternativa válida, valiosa y legítima. Es triste ver cómo, al interior del aula de clases, la maestra o el maestro les dice a las niñas y niños a su cargo, que no es cierto lo que están diciendo, que están equivocados, que deben de acatar o entender lo que él o ella explica o dice. Ante ello, el diálogo nos permite reducir los niveles de autoritarismo y validar los puntos de vista que emergen o que vienen desde abajo, desde los desplazados y marginados, desde los que nada saben, los que no tienen voz y no tienen nada, no tienen un lugar en la vida, son del ejército de los nadie; el diálogo entonces visibiliza a los seres humanos.
La gran pregunta es: ¿cómo aprender a trabajar sobre el fomento de la cultura del diálogo en la vida cotidiana de las escuelas?
La cultura del diálogo se construye dialogando y aceptando los puntos de vista de los demás. El diálogo contrarresta los excesos del autoritarismo; sirve para validar las opiniones y los puntos de vista de los sujetos que se encuentran afuera, en los márgenes del sistema.
Bajo esta perspectiva, dialogar significa intercambiar puntos de vista, es un ejercicio de ida y vuelta, en donde todos saben y donde también todos enseñan a los otros y todos lo aprenden de los demás.
Como podrá verse, el diálogo no es una asignatura sencilla y que se enseñe linealmente, tampoco es un ejercicio informal; es una tarea transversal que sirve para enseñar y aprender a partir de poner en juego argumentos, ideas e intercambio de puntos de vista sobre los tópicos de la actualidad entre los sujetos implicados.
Dialogar no es un ejercicio muy fomentado por maestras y maestros, se trata de aprender a hacerlo y de estar abiertos a reconocer las opiniones y los puntos de vista de los otros que son diferentes a mí.
Sería muy bueno que en estos días de Consejo Técnico abriéramos un espacio para aprender a dialogar lo educativo. A partir de la premisa básica y fundamental: a dialogar se aprende dialogando.
Con información: Revista Educarnos
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