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Escuelas al límite
Por: Luis Rodolfo Morán Quiroz
Laura Angélica, estudiante de sociología, ha planteado analizar de qué manera la prestación de servicios en espacios limítrofes entre dos estados mexicanos (Jalisco y Nayarit) están vinculados con el reconocimiento de quiénes son dignos de recibir servicios de parte de los gobiernos. La observación que desató su curiosidad parte de un hecho aparentemente sencillo: su hermana, jalisciense, encontró vivienda accesible en territorio nayarita e intentó inscribir a su hijo en una escuela ubicada en territorio jalisciense. Como sabemos, en esa zona limítrofe, el horario de Nayarit está adelantado una hora respecto a su capital estatal, pues se ajusta al horario de Jalisco. Además de la frontera entre los estados, narra Laura Angélica, existe una frontera, marcada por la carretera, entre el espacio de residencia de los trabajadores y la zona turística. Es frecuente que se elaboren alimentos en el territorio nayarita, pues quienes trabajan encuentran que es menos oneroso pagar renta de vivienda o locales, o comprar terrenos en Nayarit que en Jalisco.
La negativa a prestar servicios educativos en Jalisco a quienes residen del lado nayarita de esa frontera sigue vigente a pesar de que la identidad y el origen del estudiante y de su familia sean jaliscienses. Si vives en Nayarit, que sean los gobiernos de ese estado y sus municipios quienes se hagan cargo de prestar esos servicios, aun cuando todo el día quienes residen en Nayarit trabajen en el lado jalisciense y hagan importantes contribuciones económicas a la riqueza de la zona turística de Puerto Vallarta. El problema está lejos de resolverse y para pocos es accesible pagar más por vivir en el lado jalisciense de la frontera a cambio de recibir servicios municipales o estatales administrados por los gobiernos de Jalisco. Como puede verse, incluso dentro del mismo país, las fronteras pueden ser determinantes para acceder a la educación. La separación del antiguo “séptimo cantón” parecería entonces haber derivado en desventajas, en vez de autonomías para los pobladores del hoy estado de Nayarit. Hace apenas cinco años que este territorio federal de Tepic (1884-1917) cumplió un siglo de haberse convertido en el Estado Libre y Soberano de Nayarit, cuando se promulgó la Constitución del 5 de febrero de 1917.
Un territorio conflictivo del que podríamos sacar algunas lecciones, con la esperanza de que las fronteras y las luchas por los recursos no lleguen a esos niveles en los servicios públicos para sus poblaciones, ha sido la franja de Gaza, estrechamente asociada con la creación del estado de Israel (14 de mayo de 1948) y la división del territorio palestino. La diplomacia (encargada de las relaciones entre países) y la paradiplomacia (encargada de las relaciones entre porciones de dos o más países) han intervenido en un sinnúmero de ocasiones para paliar, reducir y, a veces, para atizar las luchas entre los gobiernos y entre las poblaciones de Palestina e Israel y entre el llamado “mundo árabe” y el hemisferio occidental. La situación en Gaza ha sido compleja y el poder del gobierno de Israel se ha fundamentado en sus alianzas con gobiernos occidentales, mientras que el apoyo a las poblaciones, movimientos y gobiernos palestinos ha provenido principalmente de países árabes. Este conflicto de decenios se ha escenificado no sólo en esos territorios sino en otros espacios en los que se enfrentan los intereses de los distintos actores asociados a los territorios de Israel y de Palestina. Las dinámicas en las escuelas han sido especialmente afectadas por esos conflictos.
Estas escuelas en situación limítrofe en Gaza han sido objeto de ataques por parte de las fuerzas israelíes, precisamente porque en caso de bombardeo las escuelas se convierten (al igual que los hospitales) en lugares de refugio y de concentración de sus poblaciones. Durante decenas de años, los niños han asistido a las escuelas en Gaza con la amenaza constante del conflicto que agobia a las poblaciones de Israel y Palestina. Por una parte, la aspiración de tener una educación cabal y en condiciones de seguridad, se encuentra en duda constante. Los niños no saben siquiera si su escuela seguirá existiendo al día siguiente, si los docentes podrán seguir con los cursos, si la población de la escuela seguirá en condiciones de asistir a clase. Por otra parte, la posibilidad de diseñar proyectos de servicios públicos se ve siempre postergada ante un conflicto omnipresente y sin visos de solución ante las acciones y las reacciones de los gobiernos nacionales y locales, además de movimientos disidentes y opositores a las políticas oficiales. Las implicaciones identitarias y simbólicas de estos territorios que tienen un valor religioso, además del político, han contribuido a complicar más un conflicto en donde los niños de las escuelas acaban siendo un sector afectado de poblaciones limítrofes más amplias.
La escisión del territorio de Nayarit respecto al de Jalisco derivó en el reconocimiento de uno de los últimos estados libres y soberanos de nuestro país; pero la desigualdad en recursos, la dependencia de Jalisco respecto de la mano de obra nayarita y de Nayarit respecto al capital de la industria turística instalada principalmente en Jalisco, lleva a desigualdades en las instalaciones escolares y en las oportunidades educativas de poblaciones que se encuentran divididas por un río que traza la línea entre Jalisco y Nayarit. Son escasos metros de las casas de los niños en Nayarit a las escuelas en Jalisco; empero, hasta el momento no se han logrado acuerdos suficientes para que esos niños accedan a esas escuelas, porque, de algún modo, son “extranjeros” provenientes de otro estado del mismo país. Afortunadamente, las dificultades para lograr acuerdos no resultan tan complejas como las que agobian a las escuelas y a los niños en las relaciones entre Israel y Palestina.
Fuente: Revista Educarnos
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