Está en marcha el inicio del ciclo escolar 2024–2025 y, dentro de todo ello, se vivirá una nueva etapa de lo que será el arranque de este nuevo ciclo escolar. Para el caso de las escuelas Normales, como instituciones de formación de nuevos docentes, el enfoque o la perspectiva formativa está centrada en la teoría y el enfoque de capacidades.
Hemos pasado del viejo enfoque surgido en la década de los noventa del siglo pasado, con la revolución pedagógica que generaron los constructivismos, para pasar ahora a un nuevo enfoque centrado en las capacidades humanas de los sujetos.
Los diversos constructivismos (piagetiano, vygostkiano, bruneano, etcétera), sirvió como sustento de las reformas educativas de la década de los noventa, pero no solo eso; sirvió también para darle una vuelta de tuerca a la ejecución de las prácticas educativas cotidianas. Es en este espacio en donde los diversos constructivismos cobraron vida. Con la llegada de los primeros años de este tercer milenio, se puso de moda el llamado enfoque de competencias, a partir de considerar que los sujetos deberían de ser capaces de desarrollar una serie de habilidades, destrezas y actitudes, todo ello conjugaba a la formación por competencias. El problema que tuvo dicho enfoque y es que, como provenía de la empresa y de las capacidades instrumentales y laborales de los sujetos, la competencia referencial, o la capacidad de pensar, de inferir información y de predecir fenómenos al plantear hipótesis, quedó desdibujada en muchos ámbitos de dichos cambios.
Ahora, y a partir de la obra del premio Nobel de economía Amartya Sen, se acuña la figura de la teoría de las capacidades o el enfoque de las capacidades. Según dicho autor, la capacidad es una manera de pensar acerca del bienestar humano que contribuirá a superar los excesos del enfoque utilitarista que caracterizan la economía moderna de corte neoliberal. El bienestar humano o el bienestar de las personas, pasa por el reconocimiento de que el sistema educativo deberá desplegarse a partir de los principios del derecho humano a la educación para todas y para todos, pero también el principio de justicia educativa. Es decir, darle más a los que menos tienen y los que ya tienen (bienes materiales o culturales), y aprovechar sus capitales acumulados con fines sociales. La noción de capacidad implica saber imaginar, pensar, razonar y poder hacer todo ello en una forma verdaderamente humana, es decir, informada gracias al ejercicio de una educación adecuada.
En estos momentos, algunos países en el mundo tienden a transformar su sistema educativo para dar lugar a la teoría de las capacidades, en donde la definición no es a partir de un sentido individualista, sino, más bien, a partir del reconocimiento de que todo humano lo es a partir de desarrollarse en sociedad y que las capacidades se construyen y se desarrollan así, de manera colectiva.
Con información: Revista Educarnos
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