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Huevones mentales
El presidente del equipo de futbol Atlético Morelia, perteneciente a la Liga de Expansión de la Federación Mexicana de Futbol, dijo que los jugadores mexicanos son unos “huevones mentales”. Dos adjetivos que confunden el significado de lo que pretende decir el propietario del club.
Fuera de contexto, la expresión puede interpretarse como que son —los futbolistas— intelectualmente perezosos. Cabe la duda, si el oficio que desempeñan, que consiste en jugar futbol, obliga habilidades superiores de pensamiento que distingan a unos (los buenos) de los otros (los malos). Lo más probable es que para jugar en la primera división, los requisitos de admisión no incluyan una prueba de “College Board”.
Lo segundo que confunde es cómo el propietario llega a la conclusión de la habilidad mental de sus empleados. Seguramente no les aplicó un test. O quizá sí. ¿Cuáles virtudes distinguen al señor ese para medir las competencias no sólo de sus jugadores sino de todos los futbolistas mexicanos? ¿En contraste con lo que observa, él es un “acelerado” mental?
Por principio de cuentas, la expresión correcta debería ser “mentalmente huevones”, con el adverbio que califique al adjetivo. Gramaticalmente, sería una frase más afortunada. El adjetivo “huevones” como antecedente del otro adjetivo “mentales” vuelve la expresión desconcertante, inusual, con un significado impreciso, característico de una mala construcción verbal. Y sólo son dos palabras.
Ser “mentalmente huevones” se refiere a una incapacidad para elaborar elevadas disquisiciones. No vendría mal dicha aptitud a la hora de las entrevistas pospartido. Explicar el porqué de una derrota o las razones para conseguir un triunfo. En otro momento, durante los 90 minutos del juego, difícilmente se amerita la elocuencia que demuestre la capacidad intelectual del futbolista. La evidencia de la habilidad mental es el lenguaje. Por lo tanto, no parece una virtud indispensable para un jugador.
La “inteligencia” en el deporte es intuitiva y supone una preparación exhaustiva, previa a la competencia formal. Saber qué hacer “in situ”.
Lo que el presidente del club quiso decir es que los futbolistas mexicanos son conformistas y no tienen ambiciones.
En una sociedad democrática, todos pueden decir lo que quieran. Que tengan razón es otra cosa. Y que la expresión goce de congruencia gramatical es una característica que difícilmente se logra. Los futbolistas, en este caso, podrían reclamar que, si son “huevones mentales”, el que les paga, sabiendo lo que son, representa un conformismo patronal que no soluciona la problemática que observa a través de una entrevista poco prudente.
La “destreza intelectual”, como oposición de lo que se señala, no necesariamente supone el éxito deportivo, que es lo que el emisor de la frase pretendió expresar. Así la cosa, la frase podría calificarse como una atrofia verbal, un galimatías semántico o sólo un comentario lucido que nadie debe tomarse en serio.
Con información: Revista Educarnos
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