A EU lo que menos le importa es combatir el narco: Iván Cepeda

24 noviembre 2025.-El candidato a la presidencia de Colombia por el Pacto Histórico (PH), Iván Cepeda Castro, puntero en estas etapas iniciales del proceso electoral que culmina el 31 de mayo de 2026, apuesta por la continuidad del proyecto que inició Gustavo Petro, pero también por “su radicalización en algunos casos y por la corrección y enderezamiento de cosas que se han hecho mal”.

Cepeda es senador por el partido Polo Democrático Alternativo, parte de la coalición del PH. Fue quien emprendió el juicio penal contra el poderoso ex presidente Álvaro Uribe, acusado por compra ilegal de testigos para el encubrimiento del paramilitarismo y declarado culpable, aunque en una segunda instancia lo absolvió un tribunal superior.

–En ese pulso que se echó con Uribe, ¿ganó?

–El pulso no ha terminado. Vamos a seguir. Esto tiene varios episodios todavía.

Y agrega, a partir de su experiencia como víctima, defensor de víctimas y político opositor enfrentado al paramilitarismo: “Lo que he aprendido es que, al final, David le gana a Goliat”.

La guerra del fracaso eterno

Durante su paso por México, formuló en entrevista con La Jornada uno de los problemas que considera primordiales para su país, para la región y para estos tiempos: “¿Vamos a seguir en la guerra contra las drogas, que es la guerra del eterno fracaso? ¿Vamos a seguir en esa ficción estéril que nos ha llevado a sacrificar la vida de miles de personas? ¿O vamos a buscar soluciones fundamentales por medio de un diálogo de gran alcance?”

Lo dice mientras, como telón de fondo en la región, el gobierno de Donald Trump ha ordenado el despliegue del portaviones más grande del mundo, el Gerald Ford, preparado para una operación bélica de dimensiones inciertas en el Caribe.

–Estamos asistiendo a la aparición de una estrategia internacional en la que hay acciones recíprocas entre las derechas nacionales y la derecha en Estados Unidos para consolidar nuevos poderes extremistas. El gobierno de Trump es eso, un gobierno de derecha extrema, fascista, que busca beneficiar a derechas pares de otros países. En Argentina, El Salvador y en Colombia, por supuesto.

“Ahí podemos ver la vieja relación de Álvaro Uribe con la extrema derecha de Miami y con el secretario de Estado Marco Rubio, que hemos documentado desde largo tiempo. Lo que menos les importa es el narcotráfico. Es una estrategia intervencionista, de desestabilización y eventualmente de intervención militar.

Derrotar con liderazgo

“Uno no trae a escena un aparato como el portaviones Gerald Ford, que es la máquina de guerra más grande que tiene Estados Unidos, simplemente para mostrarla. Es una señal de fuerza contra nuestra soberanía. Desestabiliza a Brasil, Colombia, desde luego a Venezuela, pero también la zona andina y todos los países del Caribe. ¿Qué país puede tener la certeza de que el día de mañana no será el siguiente en la lista del golpe quirúrgico?”, plantea Cepeda.

–Usted suele decir que una de las lecciones que le dejó la experiencia como facilitador de las negociaciones de paz de Colombia es la convicción de que aun entre las fuerzas más antagónicas existe la posibilidad de un entendimiento. Pero visto lo visto con un Donald Trump, un Nayib Bukele, un Javier Milei… figuras de esta tendencia global extrema. ¿Con ellos es posible dialogar?

–Yo creo tanto en el diálogo como en la derrota política de la democracia y de la rebeldía no violenta por el enfrentamiento. He sido mediador, pero también soy sobreviviente de un genocidio que ha enfrentado las peores mafias en las circunstancias más adversas. Estoy preparado para uno u otro escenario. Y a sectores de derecha que no entienden que el diálogo es necesario para construir alternativas hay que derrotarlos políticamente, intelectualmente, con liderazgo moral y con la gente, con las multitudes.

–Cuando en 2022 ganó la izquierda se apostó por una paz total. El objetivo se ha ido complicando, con grupos que siguen en armas y no se avienen a un acuerdo de paz; con el encono y la virulencia de las derechas…

–…y con la globalización del narcotráfico –acota el senador y candidato presidencial que llegó a la política por medio de la defensa de derechos humanos en los tiempos del conflicto armado.

“Hoy la economía del narcotráfico está mundializada, con formas de enlazamiento con otras economías ilícitas que las hacen mucho más potentes. Eso ha complejizado todo”, señala.

Dignidad moral

–¿Cómo se ve usted frente al proceso electoral en el que está en juego la continuidad, o no, de una experiencia progresista?

–La característica de las luchas que he dado, y que ha dado la gente en Colombia, es que han sucedido en las peores condiciones de adversidad. En 2004 vimos llegar a los paramilitares al Congreso en medio de vítores en Bogotá. En ese momento nadie daba un peso por nosotros. Los derrotamos poco a poco porque a partir de esa tarde fue más nuestra dignidad moral que esa inmensa máquina.

“El pulso contra Álvaro Uribe no ha terminado todavía. Y no ha terminado porque el ex presidente no ha querido entender que en un acto de grandeza política y humana, podría reconocer su responsabilidad. Pero su arrogancia no se lo ha permitido. Entonces vamos a seguir.

“Cree que porque en una segunda instancia fue absuelto ya todo terminó. No, no. Ahí están las madres de tantos hijos que bajo el gobierno de Uribe fueron convertidos en terroristas. O en desaparecidos. Uribe cree que eso se puede borrar. No se puede porque es la fuerza de las víctimas, el poder de la verdad, el poder del amor.

–¿Y qué pasa en momentos de extrema polarización política?

–Contrario al vaticinio que hicieron de nosotros, el presidente Petro ha sido profundamente respetuoso de la Constitución y la democracia. No que no hayan ocurrido hechos muy lamentables últimamente, como el asesinato de un senador (Miguel Uribe Turbay, que se perfilaba como candidato del conservadurismo a la presidencia). Pero la oposición no puede decir que le han negado sus derechos políticos.

Estrategia bien formulada pero mal aplicada

–En cuanto a sus propósitos, usted fue parte del proceso de negociaciones para los acuerdos de paz, que por una parte fueron ejemplares porque lograron poner fin a la guerra interna más larga e intensa del continente, pero también ha sido muy frustrante porque la violencia ha continuado por otras vías.

–Ajá, esa es la pregunta que se trató de responder con la estrategia de la paz total, bien formulada pero mal aplicada. Evidentemente, ahí hay una gran pregunta. ¿Podemos seguir así, un día intentando una solución con un grupo en una negociación tortuosa, y al día siguiente con otra mientras otros vuelven a las armas? Es que estamos planteando el problema, que puede dar algunas respuestas satisfactorias, pero no estamos resolviendo el fondo del problema. Entonces mi propuesta es el diálogo nacional.

–¿Cómo?

–Un gran diálogo entre todos. Más y más diálogo. Hay que profundizar, hay que hacer más. Si salgo triunfador de la elección, al día siguiente voy a convocar a todas las fuerzas políticas y económicas a que hagamos un diálogo. ¿Y cómo? Como en cualquier negociación: se crea una mesa, una agenda, un cronograma, se llegan a unos acuerdos y se implementan. Aquí ya no es discutir con un grupo armado sobre cuál es su visión de país. Aquí es discutir cuál es el problema del país. Una gran mesa donde puedan estar todos.