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A río revuelto ganancia de pescadores
La mayoría de las Unidades de la Universidad Pedagógica Nacional, a lo largo y ancho de los Estados Unidos Mexicanos, viven situaciones diversas bajo un denominador común: el deterioro, olvido, abandono y falta de visión de un proyecto que tenga claridad sobre su existencia a partir de la recuperación histórica y la superación de las limitantes ontológicas de su nacimiento.
Salvo algunas excepciones, donde se han estatalizado y los estados por su visión política las apoyan o por el capital político que tienen quienes trabajan en ellas, el grueso de las Unidades del país se estremecen bajo situaciones de conflicto propiciadas, tal pareciera, por las administraciones estatales que trazan líneas aparentemente desarticuladoras de todo proceso nacido desde la base y que es para bien de la vida universitaria, entiéndase para la comunidad universitaria.
En varios artículos se ha abordado esta situación, sin embargo, hoy una vez más la dinámica universitaria reclama ser atendida. Se esgrime parte del escenario:
1. Un Congreso Nacional Universitario (CNU), donde muchos con esperanza participamos y que, al momento de leer las conclusiones, no reflejaron lo que se había trabajado desde el grueso de los asistentes. Tal pareciera que todo se llevaba previamente redactado y el CNU únicamente sirvió para legitimarlo.
2. Movimientos “subterráneos” con posiciones claramente identificadas en dos: la oficial que deslegitima, se declara representativa y usa medios y recursos institucionales para su funcionamiento y un movimiento desde la base al que cada vez se suma más personal de todo el país.
3. Los problemas sobre la mesa: boicot de los trabajos por métodos brutalmente diplomáticos de legitimación y que pasan por encima de la comunidad universitaria; ausencia de proyecto claro con respecto a derechos laborales –respeto a los pocos derechos que aún se tienen, por ejemplo–; ausencia de acciones claras para superar las limitaciones ontológicas de nacimiento; ausencia de una visión desde el Estado que recupere la naturaleza de las Unidades y de la UPN –para ellos somos lo mismo que las escuelas Normales–; ausencia de voluntad política real que trabaje desde la comunidad universitaria para permitir la transformación que las Unidades necesitan; una visión centralista –como todo en nuestro país– que funciona con la lógica de entrega de recursos a la UPN Ajusco y que no llega más que en forma de migajas a las Unidades; una red o sistema de Unidades UPN que en la operación, defensa de derechos y propuestas reales de transformación y peso político, es inexistente; ausencia de una tradición colectiva de lucha universitaria real y de alto impacto; ausencia de liderazgos reales porque en las Unidades existe un sentimiento de omnipotencia de cada actor universitario y que debería cambiarse por humildad y servicio para el bien de la comunidad universitaria; apropiación para la desarticulación del talento ajeno con intención de querer brillar con el esfuerzo de otros; pérdida sistemática, paulatina, constante y aplastante de derechos bajo formas burocráticas disfrazadas desde el “desconocimiento” de nuestras propias autoridades de las Secretarías de Educación Estatales”… Sólo por mencionar algunos.
Cómo es posible que ante la búsqueda de una figura jurídica que permita iniciar el camino que necesitan las Unidades, haya quienes pretendan aprovecharse; unos —algunas Secretarías— pareciera que quieren más recursos, otros aparentemente se mueven bajo el principio ancestral pretendiendo obtener posiciones políticas que les permitan obtener beneficios egoístas actuales y futuros…
Recordemos que en política no hay accidentes ni casualidades. Todo está pactado, pero esos pactos se pueden romper a partir de la participación genuina producto de una auto-organización de la base. Las ausencias en lo que ha sido aprobado no son por desconocimiento, simplemente es porque así conviene para continuar en el proceso de desarticulación y debilitamiento de las Unidades UPN, eso sí, desarticulación y debilitamiento hasta un punto donde no mueran, pero donde tampoco puedan operar para defender sus derechos ni la educación ni nada por el estilo, es decir, pareciera que el objetivo es tenernos entretenidos en nuestra supervivencia para no ver los macro-problemas educativos que ancestralmente vive nuestro país y donde ningún gobierno ha querido realmente construir un Sistema Educativo Nacional que eduque al pueblo.
Con información: Revista Educarnos
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