IPN: En el periodo 2025- 2030, la meta es crear 300 mil nuevos espacios para educación superior

  • La educación dual se configura como un modelo pedagógico innovador que integra la formación teórica con la práctica en entornos laborales reales

Durante el ciclo escolar 2023-2024, cerca de 5.4 millones de jóvenes cursaron estudios superiores en aproximadamente 9 mil escuelas pertenecientes a más de 4.6 mil instituciones educativas. Sin embargo, solo el 43.8% de las personas de entre 18 y 22 años estuvieron inscritas, evidenciando disparidades regionales significativas, especialmente en Chiapas, Oaxaca y Guerrero, donde la cobertura es hasta 23 puntos porcentuales inferior a la media nacional. En cuanto a la igualdad de género en la educación, persisten desigualdades notables en carreras vinculadas a las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) e Ingeniería, Industria y Construcción, donde las mujeres representan solo el 24% y 32% de la matrícula, respectivamente. Frente a esta situación, se requiere impulsar programas de inclusión que fomenten la participación femenina en áreas estratégicas de alto impacto económico y tecnológico.

La reforma constitucional de 2019 estableció la obligatoriedad de la educación superior, lo que plantea el reto ineludible de ampliar los espacios educativos disponibles, especialmente para los sectores históricamente excluidos. En este contexto, que el programa Universidades para el Bienestar Benito Juárez García, creado en 2019, busca combatir la exclusión educativa ocasionada por restricciones económicas, barreras geográficas, y desigualdades de género, étnicas y sociales. En el periodo 2025- 2030, se prevé aumentar el número de sedes y la población atendida, contribuyendo a la meta de crear 300 mil nuevos espacios para educación superior.

Asimismo, la vinculación entre educación superior y mercado laboral se presenta como un desafío clave. Para incrementar la pertinencia formativa, es necesario fortalecer las carreras de técnico superior universitario, promover la educación dual y ampliar la oferta de programas de especialización enfocados en competencias estratégicas. A la par, las instituciones deben adoptar procesos de enseñanza y aprendizaje más dinámicos, integrar tecnologías educativas y fomentar la formación continua a lo largo de la vida profesional, con especial énfasis en áreas de alta demanda laboral.

Finalmente, la educación dual se configura como un modelo pedagógico innovador que integra la formación teórica con la práctica en entornos laborales reales, respondiendo a las demandas del sector productivo. Su fundamento se articula en tres ejes: epistemológico (construcción de conocimiento significativo mediante experiencia directa), psicopedagógico (aprendizaje activo centrado en la integración teoría-práctica) y socioeconómico (vinculación entre educación, productividad y desarrollo sostenible). Al alinearse con los pilares de la UNESCO (aprender a conocer, hacer, ser y convivir), promueve una formación holística que equilibra las competencias técnicas con el crecimiento humano.

Como alternativa a los modelos tradicionales, destaca por su capacidad para optimizar el perfil profesional de las y los estudiantes, fomentar la colaboración y conectar la educación con desafíos laborales concretos, consolidándose, así como un enfoque educativo dinámico, socialmente pertinente y en un reto al que se debe transitar.