La asamblea popular, el injerencismo de Trump y la necesidad de fortalecer a la economía mexicana

Por: Gildardo Cilia López

La asamblea popular convocada por Claudia Sheinbaum tuvo un significado trascendente: hizo evidente que cuenta con el apoyo popular para defender la libertad, la independencia y la soberanía de la nación. Se le quiere ver como un acto demagógico, pero no es así, el artículo 39 de nuestra Constitución Política es claro y contundente: “La soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste…” Se requiere, entonces, de la fuerza vibrante del pueblo para mantener al país libre de todo injerencismo; más si se considera que nuestra soberanía es el resultado de una gesta histórica: dolorosa, sí, porque se fragmentó nuestro vasto territorio; pero ejemplar porque hemos sabido construir una nación solidaria, sustentada ahora en un pacto social de avanzada. Hoy en nuestra república se privilegia a la justicia social, contando con el común acuerdo de todas las clases sociales.

Hay grupos reducidos que parecen oponerse a los eventos en las plazas públicas, sin entender que es ahí donde se forjan los cimientos para tener una democracia participativa. La convocatoria era y seguirá siendo necesaria; quien preside ahora el gobierno de los Estados Unidos quiere imponer un nuevo orden internacional a partir de vectores rupestres: expansionismo, colonialismo, supremacismo y proteccionismo. Trump es un ser visceral: no busca convencer, sino someter; por eso, día a día, es necesario expresar con el clamor popular nuestra voluntad de ser libres.

Lo que se vive empieza a ser patético: la idea de apropiarse de vastos territorios y de repartirse el orbe (ojalá y sólo fuera una broma estúpida, pero no lo es); así como la de mantener el liderazgo mundial con una estrategia proteccionista están llevando al mundo a un caos mayúsculo. Todo parece preocupante: las alianzas se han roto y ahora nada parece detener el rearme de las potencias europeas; China ha advertido (no aceptando intimidaciones) que está dispuesto a afrontar cualquier tipo de guerra con Estados Unidos; internamente Trump ha iniciado un fase de represión antes inimaginable hacia sus detractores y opositores (fascismo puro); y la incertidumbre ha traído un caos económico impredecible. Tienen razón los analistas de Estados Unidos: “Trump sólo ha traído un montón de costos y un montón de caos”.

La estupidez se hace cotidiana: Trump ha insistido en diferentes ocasiones que no le interesa que Estados Unidos caiga en recesión e inflación como consecuencia de los aranceles que pretende imponer al mundo. Es el peor de los contextos porque hará a sus ciudadanos más pobres; además, un escenario así hace que los mercados se tornen ansiosos, decayendo ante el pesimismo: este lunes el Nasdaq registró su peor caída desde septiembre de 2022, con una baja de 4%; el S&P declinó 2.7% y el DJ descendió 2.08%. Para hacer evidente el daño autoinfligido basta señalar que la empresa Tesla propiedad de Elon Musk (el multimillonario aliado y gurú de Trump) registró un desplome de 15%. Las empresas tecnológicas Nvidia, Apple, Alphabet, Meta y Tesla sumaron pérdida por 125 mil millones de dólares en sólo un día.