Lo que debes saber sobre el Trastorno Afectivo Estacional…
11 diciembre 2025.-La temporada decembrina, que para mucha gente es de celebración y felicidad. Para otras personas significa un periodo de depresión conocido como Trastorno Afectivo Estacional (TAE).
Angélica Juárez Loya, coordinadora del área de Psicología Clínica y de la Salud de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM, explicó cómo los cambios ambientales y las presiones sociales de fin de año pueden detonar este trastorno.
El TAE es conocido también como depresión invernal. En el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5-TR) se identifica como un trastorno depresivo mayor con patrón estacional.
Angélica Juárez Loya, advirtió que, definitivamente el mes de diciembre representa para algunos un periodo de tensión emocional y malestar psicológico. Este fenómeno, explicó, combina factores sociales vinculados a las fiestas y cierre del año, además de los cambios ambientales como la disminución de luz que influyen en la generación de neurotransmisores relacionados con el estado de ánimo.
En este sentido, expuso, los cambios ambientales alteran la serotonina y la dopamina, y estos pueden aumentar el riesgo de tener síntomas depresivos.
No obstante, la psicóloga precisó que el cuadro depresivo puede presentarse en cualquier momento del año y haber casos que se agudiza en las fiestas decembrinas.
Aunque las estadísticas disponibles del TAE son de nuestro país vecino Estados Unidos, la universitaria planteó que algunas condiciones pueden ser similares a la experiencia festiva decembrina que se vive en el hemisferio norte del planeta; pero el tema de la luz, la nieve y el frío son factores que no se pueden equiparar en todas las regiones.
Según la página de American Psychiatric Association https://www.psychiatry.org/patients-families/seasonal-affective-disorder: “El TAE es más que una simple depresión invernal. Los síntomas pueden ser angustiantes y abrumadores, e interferir con el funcionamiento diario; sin embargo, se puede tratar. Aproximadamente, el 5 % de los adultos –unos 10 millones de personas sólo en Estados Unidos– lo sufre, mientras que entre el 10 % y 20 % presenta versiones más leves del trastorno, y hasta un 6 % llega a requerir hospitalización”.
Continúa la información de la página: “Aunque es una condición temporal, sus síntomas pueden extenderse hasta el 40 % del año, con picos en enero y febrero; incluso el 10 % desarrolla depresión en verano y en el 40 % los episodios continúan más allá del invierno, evolucionando hacia trastorno depresivo mayor o bipolar. Su prevalencia depende de factores como la latitud (del 1.5 % en Florida al 10 % en Nuevo Hampshire), el género –es cuatro veces más común en mujeres– y la edad, predominando entre los 18 y 30 años, con inicio promedio a los 23”.
Juárez Loya, doctora en Psicología de la Salud por la UNAM, con experiencia en investigación sobre depresión en jóvenes, destacó que diciembre puede ser “una etapa de mucha exigencia emocional”.
La especialista dijo que es fundamental identificar cuándo la tristeza deja de ser algo pasajero. “Hay dos síntomas centrales: la anhedonia, es decir, ya no sentir placer por actividades que antes disfrutábamos y mantener un estado de tristeza por más de dos semanas sin poder regularlo”.
La también profesora de tiempo completo de la FP apuntó que a lo anterior se suman otras señales como alteraciones del sueño, pérdida de energía, irritabilidad, ansiedad, aislamiento social o culpa excesiva, así como cambios en el apetito, generalmente comiendo más y deseando carbohidratos, aumento de la fatiga, sentirse inútil, dificultad para pensar, concentrarse o tomar decisiones.
Hizo hincapié en uno de los indicadores más graves: la ideación suicida, descrita como la presencia de pensamientos recurrentes en cuanto a que la propia muerte podría solucionar los problemas que se viven.
Fue enfática al expresar que este tipo de situaciones no se deben subestimar y cuando alguien habla de quitarse la vida no debemos darle interpretaciones. “Estos son indicadores que deben llamarnos la atención para buscar apoyo”.
Señaló que aunque cualquier persona puede experimentar depresión, algunos grupos presentan mayor vulnerabilidad en estas fechas de diciembre. Entre ellos se encuentran los adultos mayores que viven solos, quienes han atravesado episodios depresivos previos. También, añadió, personas en procesos de duelo, adolescentes –en quienes la tristeza suele manifestarse como irritabilidad– y quienes sienten presión por cumplir expectativas sociales o familiares.
Juárez Loya aclaró que no se trata de un asunto ligado al nivel socioeconómico. “Estos problemas pueden aquejar a cualquier persona, porque todas nos cuestionamos nuestra vida, nuestra existencia”. Sostuvo que, en México, aunque no existen registros formales de “depresión estacional”, es claro que la demanda de atención aumenta. “Las clínicas de la UNAM siempre están con saturación y en estas fechas se agudizan síntomas que quizá ya venían presentes”.
Recomendaciones para mitigar los efectos
Angélica Juárez dio varias recomendaciones para enfrentar este periodo de diciembre. Una de ellas es revisar y ajustar expectativas: “Las ideas de la Navidad perfecta o la gran celebración son creencias aprendidas. Vale la pena preguntarnos por qué tendríamos que mantenerlas religiosamente cada año”. Agregó que ayuda mucho tener rutinas básicas en vacaciones, lo cual puede ayudar a moderar los malestares. “De ser posible, no perder tanto nuestras rutinas: levantarnos, movernos, hacer algo de actividad física, caminar o bailar”, sugirió, al señalar que no se trata de ejercicio demandante, sino de incorporar movimiento cotidiano.
Asimismo, consideró relevante aprender a poner límites y reconocer cuando ciertas convivencias generan incomodidad.
“Si las fiestas familiares me estresan demasiado, no tengo por qué sentirme obligada a asistir. Poner límites no es rechazar a las personas, sino pedir respeto y expresar cómo nos sentimos”, detalló.
En lo que respecta a quienes observan la crisis depresiva de un familiar o amigo, aconsejó un acompañamiento con la mayor sensibilidad. La psicóloga de la UNAM recomendó evitar frases como “échale ganas”, pues suelen invalidar las emociones de la otra persona. En su lugar, sugiere abrir la conversación con expresiones cuidadosas como “te veo distinto, ¿quieres contarme qué pasa?”, escuchar sin juzgar y, cuando sea necesario, motivar a la persona a buscar apoyo profesional.
“No podemos cambiar mágicamente el estado emocional de alguien. A veces lo más responsable es reconocer que necesita atención especializada”, señaló.
Al hablar de las redes sociales resaltó que juegan un papel importante siempre, y más en esta época del año. Según Juárez Loya, en diciembre se promueve un modelo único de felicidad –la gran cena, la celebración perfecta, los regalos abundantes– que genera presión y comparación constante.
“Esa expectativa es irreal y para la mayoría no es sostenible. Esto puede acrecentar sentimientos de insuficiencia y profundizar la sensación de soledad”, advirtió.
Para finalizar, la académica expuso que es importante reconocer que en ocasiones la vida nos pone ciertos obstáculos que parecieran definitivos, “pero siempre hay personas a nuestro alrededor que nos pueden brindar un apoyo. Somos personas sociales, necesitamos del otro para reflejarnos y debemos siempre estar en la búsqueda de tejer estas redes afectivas”.