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Los retos de la educación pública en México y la cultura de la buena docencia
*Cultura de la buena docencia, nuevo requisito que deben demostrar y alcanzar los maestros mexicanos.
** En la buena enseñanza el maestro debe aprender a ser flexible adaptándose a las necesidades de los estudiantes, y aplicar mecanismos a fin de que comprendan que los saberes que adquieren son útiles para desempeñarse en su contexto.
La buena docencia desde el contexto de la educación pública implica reflexionar sobre cómo se pueden alcanzar los estándares de aprender a enseñar. En el contexto del siglo XXI y ante la competitividad que impera entre los individuos que cuentan con una cédula profesional y un título profesional, la realidad termina imponiéndose encontrando que tal situación no es el mecanismo que de la garantía que en un corto plazo se logre la incorporación a la vida productiva y profesional.
Actualmente la dinámica profesional se modifica constantemente porque si se compara con el panorama que imperó en la década de los ochenta de siglo pasado donde si se quería trabajar no había necesidad de contar con título, simplemente con que se tuvieran estudios inconclusos o se contara con carta de pasante se accedía fácilmente al mercado laboral, porque además reinaba la cultura de sí se hacia una licenciatura en automático se adquiría una formación y por consiguientes una preparación para toda la vida.
En el presente se hace alusión a que los conocimientos caducan rápidamente y por lo tanto hay que estarse actualizado y capacitando en forma permanente, aunque algo importante es que se debe tener claridad de una formación que garantice un óptimo desempeño laboral, los tiempos donde se pensaba y por tanto se asumía que “echando a perder se aprende” , ya no pueden aplicarse en el contexto contemporáneo, porque ahora o se demuestran las habilidades de dominio, o bien simplemente se es condenado a ser excluido de las oportunidades profesionales y/o laborales.
Aunado a la exigencia de la demostración de los famosos saberes estratégicos se deja ver la preocupante problemática laboral por la que atraviesan los egresados de las normales, quienes ante la falta de plazas desarrollan otro tipo de actividades.
En México convertirse en profesor es relativamente fácil si comparamos las situaciones que están viviendo los europeos y norteamericanos con respecto a la profesionalización de la enseñanza, porque basta presentar los documentos de preparación para ser incorporados a la docencia sin que exista la menor preocupación por ver que se cuente ya sea en bachillerato o licenciatura con las habilidades para promover en el aula el aprendizaje.
Con ello, la buena docencia se ve seriamente afectada porque si la llegada de los nuevos maestros también es producto de que no se consiguió otra oportunidad en automático se asume el principio de “aunque sea de maestro”, las dimensiones de la enseñanza pueden verse envueltas en un sombroso panorama de retroceso que genera la afectación de la docencia, ya que como participantes de los ejercicios de educar no se estará asumiendo el principio de compromiso ante la actividad que se pretende desarrollar.
Para incorporarse en la enseñanza y alcanzar la buena docencia debe abandonarse el paradigma de que si se cuenta con un título y una cédula se puede trabajar e influir en los intereses educativos de las colectividades sociales. Asumir el rol de profesor implica que se adopten los retos que caracterizan la acción de educar, pararse frente a un salón de clases y pensar que por osmosis el auditorio va a aprender los saberes que se hayan acumulando en la licenciatura o bien las maestrías o doctorados, son grandes falacias que acompañan la tarea educativa.
La buena docencia implica que el profesor debe estar conciente que su función de enseñar requiere de conocimientos específicos para tener la certeza que los estudiantes realmente están aprendiendo a través de las prácticas donde el maestro muestra con técnica y a través de la comprensión de sus principios teóricos y metodológicos que la buena enseñanza es saber escuchar, hacer preguntas, ser receptivo, recordar que cada estudiante y clase son distintos.
La buena enseñanza no es hacer el seguimiento rígido de un plan de estudios se debe aprender a ser flexible para adaptarse a las necesidades de los estudiantes, pero lo más importante aplicar mecanismos donde el alumno comprenda que la información que debe aprender es útil para desempeñarse en el contexto que le ha tocado vivir.
El papel del maestro y las dimensiones que se deben considerar para ejercer la docencia requieren nuevas características para comprenderla. La docencia en los albores del siglo XXI necesita de un replanteamiento que garantice los parámetros formativos de los estudiantes, porque hoy más que nunca el docente requiere de un mayor fundamento para participar en los procesos educativos.
El docente comprende que los requerimientos de la educación quedan representados no solamente en cumplir con enseñar, sino asegurarse que sus alumnos aprenden, prestando atención a los agentes externos que influyen en el aprendizaje, un buen docente estará pendiente por ver los saberes que el estudiante saca de su interior, y como los relaciona con el medio exterior. Dinámica que en síntesis lleva a delimitar que el profesor inscrito en preescolar, primaria, secundaria bachillerato debe contar con un perfil de docencia sustentado en conocimientos disciplinarios, pedagógicos y contextuales que deriven de procesos de evaluación serios.
Se debe promover de acuerdo a las consideraciones de los alumnos la apertura formativa de un perfil de docente que abarque los planos: conceptual, reflexivo y práctico, así como, los conocimientos disciplinarios, pedagógicos y contextuales. Hay que generar en los estudiantes la formación de una conciencia crítica garantizando con ello que la función central del docente sea el de orientar y guiar la actividad mental constructiva de sus alumnos, a quienes proporcionará una ayuda pedagógica ajustada a su competencia, de tal forma que asumiendo el rol de profesor constructivo y reflexivo haga aportes relevantes para la solución de los problemas.
Como síntesis final para fortalecer el perfil docente en Educación Básica que proporcione un parámetro formativo más sólido en los estudiantes se propone que se aborden una serie de indicadores basados en las dimensiones pedagógicas, disciplinarias y contextuales.
Para el desarrollo de habilidades pedagógicas se sugiere: estructurar los contenidos de manera que el tema tenga continuidad; variar las estrategias para captar la atención del grupo; manejo de técnicas grupales que promuevan el trabajo individual y en equipo; utilización de recursos didácticos y material audiovisual para que cada clase cambie y despierte el interés de los alumnos; y preparar exposiciones más gráficas, utilizar mapas e imágenes para hacer más visual su presentación.
Para las habilidades disciplinarias se recomienda: destacar los aspectos claves de los temas; dominio metodológico; exposición clara de los conceptos; ser menos teóricos y más prácticos con el conocimiento; formular preguntas analíticas para desarrollar el tema; trabajar preguntas que se formulen a los estudiantes desde el sentido crítico y reflexivo.
Para el desarrollo de las habilidades contextuales se formula: mantener el control e interés del grupo; presentar los temas con ejemplos de la vida cotidiana para captar la atención del alumno; utilizar un vocabulario enriquecido y cuidar el volumen de voz; mejorar la interrelación con los estudiantes; relacionar lo visto en clase con el entorno social, político y económico en que vivimos; y trabajar más en equipo para que los alumnos compartan su aprendizaje.
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