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Los riesgos de la Universidad Pedagógica Nacional
Surgida en el mes de agosto de 1978 por iniciativa y decreto presidencial y ya con 45 años de existencia, la UPN logró convertirse a lo largo de todos estos años, como una importante universidad temática, especializada en el abordaje de los asuntos educativos, desde la formación, la investigación y el diseño de propuestas de acción y de intervención. Han sido muchas las contribuciones de la UPN a nivel nacional, dentro de las cuales, se destaca el contribuir a generar una nueva cultura dentro del magisterio nacional, sirvió como trampolín para superar los estudios técnicos de miles de normalistas y ofrecer estudios de licenciatura a miles de docentes mucho antes de la reforma a la educación Normal en 1984.
De esta manera, el año de 1992, se tradujo en un duro golpe a la Universidad a partir de la firma del acuerdo nacional el famoso ANMEB, con el pretexto de la descentralización, se desmembró a la UPN. En todo esto, actualmente la UPN corre un especial e inédito peligro, que pone en riesgo su carácter nacional y se le da un especial poder a los gobiernos locales, a los gobiernos de los estados, al trasladarles algunas responsabilidades, pocos recursos, pero si, el hacerlos sentir dueños de las unidades UPN en los estados.
De dicho año a la fecha (hablo a partir de 1992), las historias de la UPN se van tejiendo de manera particular estado por estado, la pérdida de derechos y de prestaciones, la violación de la normatividad nacional a partir de usos arbitrarios por los gobiernos estatales (el caso de Jalisco es muy elocuente), el surgimiento de Universidades Pedagógicas estatales (tipo OPD u ODES) los casos de estados como Durango, Chihuahua y Sinaloa son los ejemplos más emblemáticos, y el deterioro de la plantilla de trabajadores a nivel nacional al no contar con convocatorias para concurso de oposición con la finalidad de basificar al personal académico y la incertidumbre laboral del personal administrativo y de apoyo a la educación.
De esta manera la UPN a nivel nacional vive un escenario incierto en donde predominan la incertidumbre y la falta de claridad por parte de las autoridades de la propia universidad y de la subsecretaría de educación superior de la SEP.
Aunado a todo lo anterior se sumó el contexto de pandemia, el cual se vivió a partir del año de 2020 y hasta el año 2022, en ese momento la comunidad universitaria realiza el llamado CGU (Congreso General Universitario), mismo que se tornó en un espacio abierto de consulta, de participación y de la construcción de algunos consensos básicos, que dieran cuenta del proyecto académico, de las vías de financiamiento y del establecimiento de la figura jurídica con su respectivo soporte de ley, que sirva para darle sentido al trecho de futuro que le toca vivir a la UPN para el próximo periodo. Es decir, para los años que están por venir.
Y aquí estamos atorados, de ser una Universidad nacional poderosa y protagónica, ha pasado a convertirse en una Universidad con diversos riesgos, para pasar a hora a convertirse en una universidad en riesgo. Los últimos acontecimientos están vinculados con la redacción y acuerdo de la propuesta de ley la cual se encuentra detenida en el Senado de la república. Además, no existe un pleno consenso entre los partidos políticos con respecto a la salida para la UPN, en cuanto a escenarios relacionados con preservar su carácter nacional y el gozar de algunos márgenes de autonomía que le permita, tomar decisiones y ejercer un presupuesto propio y diseñar (idealmente) un trozo de futuro para la propia universidad.
Para los grupos más conservadores del Estado nacional, la UPN ya agotó su proyecto institucional, se trata de refundarla sí, pero sobre la base de crear un organismo nuevo que reinaugure también las relaciones de trabajo, los contenidos de la contratación del personal académico y administrativo y junto a ello, el poder modificar radicalmente los compromisos en cuanto a las relaciones laborales, me refiero aquí, a los derechos adquiridos por las y los trabajadores junto con la estabilidad laboral. Además, aparece un nuevo actor que ha salido beneficiado de este contexto de incertidumbre y que vienen siendo las autoridades estatales, sean del PRI, PAN, MC y Morena, los gobernantes estatales tienen el gran beneficio de que existe alguien que les saque las chambas de temas tan específicos como formar pedagogos, atender al magisterio en programas de profesionalización y formar investigadores, diseñar proyectos estratégicos a cambio de nada o de muy poco.
A 45 años de distancia, la UPN comienza tornarse en una institución vieja, en cuyo seno el relevo generacional no sirve de mucho para garantizar respuestas consensadas que sirvan para responder con alternativas de acción al actual estado de cosas.
En dicho contexto existe, afortunadamente, un destacamento de trabajadores (académicos y de apoyo), que tienen claro la trayectoria y el prestigio de la Universidad, que saben lo que está en juego en este momento y que han abierto recientemente espacios de discusión y de participación colectiva en la perspectiva de que sus voces y sus propuestas sean escuchadas. En tode ello, se tenía la promesa de contar con un “parlamento abierto” antes de decidir los términos y los contenidos de la figura jurídica de la Universidad, pero alguien no ha cumplido con lo prometido.
Además, los tiempos no son los más favorables, las decisiones en el seno de la UPN están empalmadas con la coyuntura electoral que cada vez se hace mas compleja. Así las cosas, los riesgos persisten y la incertidumbre crece.
Vayan desde este lugar unas palabras de solidaridad sincera a las compañeras y compañeros de la Unidad Ajusco de la UPN, que viven de igual manera un clima de incertidumbre y que no solo han visto violentados sus derechos laborales más elementales, sino que -lo peor-, no han tenido una interlocución favorable con las autoridades correspondientes.
Esperemos que las voces de las y los trabajadores de la UPN puedan ser escuchadas y que ello sirva para generar un amplio consenso en favor del proyecto de la Universidad Pedagógica en nuestro país.
Con información: Revista Educarnos
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