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Los suelos con manejo agroecológico preservan la diversidad genética de bacterias
- Esta información forma parte de los resultados integrados en el “Atlas de la Biodiversidad de los Suelos de Conservación de la Ciudad de México”
- Es una colaboración de la UNAM, la CORENADR y agricultores locales para conocer y proteger este espacio, informaron Ana Elena Escalante Hernández, Susana Magallón Puebla y Columba Jazmín López Gutiérrez
El “Atlas de la biodiversidad de suelos de conservación de la Ciudad de México” revela que ese espacio abarca 59 por ciento del territorio de la urbe y ocupa zonas de nueve alcaldías, cuenta con amplia biodiversidad de especies entre las que destacan casi 44 mil variedades de bacterias y más de cuatro mil 500 animales del suelo.
Se trata de un documento colaborativo, transversal, eficiente e inédito elaborado por el Instituto de Biología (IB) y el Instituto de Ecología (IE), ambos de la UNAM; la Comisión de Recursos Naturales y Desarrollo Rural (CORENADR) del Gobierno de la Ciudad de México, así como productores agrícolas de nueve alcaldías.
Al dar a conocer los datos obtenidos, la directora del IE, Ana Elena Escalante Hernández, destacó que las bacterias son los organismos más diversos del planeta.
Resultado de los muestreos se encontraron 62 phylum (categoría taxonómica que se utiliza para agrupar a seres vivos con un mismo modelo de organización y ascendencia común); 406 órdenes; 648 familias; y 43 mil 838 “especies” de bacterias, informó en el auditorio del Jardín Botánico del IB.
“Uno de los resultados principales fue que la diversidad de bacterias en las parcelas con manejo agroecológico, es igual o mayor que en las muestras de ecosistemas naturales”, puntualizó.
En los terrenos muestreados, dijo, las funciones que realizan esos microorganismos en el suelo no se han perdido o disminuido. Esto significa que los suelos con manejo agroecológico conservan la diversidad genética de bacterias y mantienen potencialmente las mismas tareas microbianas que la vegetación natural aledaña.
De acuerdo con la directora del IB, Susana Magallón Puebla, el proyecto del Atlas promueve la cooperación para el conocimiento de los microorganismos del suelo, muchos no descritos por la ciencia, que pueden servir como indicadores de la salud de este.
Remarcó que el trabajo inició a finales de octubre de 2023 con la capacitación de 45 técnicos de la CORENADR quienes durante un mes obtuvieron muestras de 50 sitios de las alcaldías que conforman el suelo de conservación de la capital: Cuajimalpa, Álvaro Obregón, Magdalena Contreras, Tlalpan, Xochimilco, Milpa Alta, Tláhuac, Iztapalapa y Gustavo A. Madero.
Magallón Puebla explicó que fueron analizadas por científicos de la UNAM, quienes utilizaron material genético (ADN) y técnicas de extracción, secuenciación y comparación con bibliotecas genómicas.
En tanto, el investigador del IB, del Programa Universitario de Estudios Interdisciplinarios del Suelo y responsable principal del proyecto, Roberto Garibay Origel, expuso:
“Se estudiaron suelos de bosques de oyamel, pino, encino, matorral, pastizal, humedal; y cultivos de maíz, verdolaga, lechuga, avena, nopal, brócoli, espinaca, frutales y calabaza”.
Se recuperaron cuatro mil 553 animales del suelo clasificados en 28 órdenes y 276 morfoespecies (especies que no tienen identificación taxonómica).
“El grupo predominante fue el de los artrópodos, con los ácaros y los coleópteros como dominantes. Además, se registró por primera vez para la Ciudad de México al orden Archaeognatha (un orden de insectos considerado entre los más ancestrales”, abundó.
En su oportunidad, Columba Jazmín López Gutiérrez, directora de CORENADR, subrayó que la zona de conservación es responsable de 60 por ciento del agua que se capta en la capital de la República mexicana.
La también ingeniera agrónoma resaltó que en ese espacio no se puede permitir el crecimiento tolerado ni la venta de terrenos, pues además de la preservación, es esencial para enfrentar el cambio climático.
“No se conoce la importancia del suelo. Por eso es relevante este trabajo conjunto con los núcleos agrarios y la comunicación horizontal entre campesinos, gobierno y científicos. Agradezco a la UNAM que nos hayan escuchado”, finalizó.
Información: UNAM
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