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Mañana, tarde o noche
Hace algunos años, un colega en la universidad expresó su sorpresa porque otro de ellos le había contado que esa mañana se había levantado “muy tarde”: a las siete de la mañana. El primero de ellos planteaba que su hora habitual de despertar sería considerada entonces como “tardísimo”. En realidad, hay gente que se levanta con toda naturalidad, realiza sus actividades rutinarias de limpieza, ejercicio, ordenar su casa, desayunar, y está ya lista para emprender el viaje al trabajo antes de que salga el sol. Y sin emitir bostezo alguno. Muchas otras personas señalan que les cuesta trabajo comenzar sus actividades, abrir los ojos, realizar las actividades previas a la llegada al lugar de trabajo y, ya en ese lugar, necesitan tomar ánimos para comenzar las actividades de mayor energía y concentración. Entre las personas a las que cuesta poco esfuerzo estar totalmente espabilados y quienes tardan más y prefieren realizar sus actividades en horarios que no impliquen ver el amanecer se han determinado que existen diferencias en sus ciclos de sueño y vigilia. Los cronotipos suelen distinguir principalmente entre “alondras” y “búhos”, por los horarios en que estas aves realizan sus actividades. El concepto remite a la descripción de los horarios en que cada persona requiere descanso y que se complementan con los momentos en el transcurso del día en que disponen de más energía (https://www.bbc.com/mundo/noticias-45005920).
En gran medida, los cronotipos han estado relacionados con los ciclos de luz y oscuridad determinados por el movimiento del planeta, pero ello ha incidido en los horarios “sociales”: las horas en que están abiertas las oficinas, los lugares de trabajo, los comederos, se presta servicios de transporte, se venden objetos en los mercados, hay clases, reuniones o se pueden realizar trámites para obtener permisos para realizar otras actividades. Estos horarios sociales suelen ser bastante limitados y coincidir con las horas de luz solar. La iluminación artificial ha contribuido a que los humanos realicen actividades (en especial en lugares cerrados) fuera de los horarios en que hay iluminación natural. Así que las aulas, mercados, oficinas, fábricas, granjas, almacenes pueden iluminarse con fuentes de luz que permiten alargar los horarios de funcionamiento de los establecimientos más allá de lo que la gente esté en sus picos de energía física. Esta posibilidad de realizar actividades a lo largo de todas las horas del día ha derivado en fábricas y mercados que funcionan a lo largo de todo el día y suelen asociarse también a sueldos diferenciados por la dificultad de realizar actividades laborales en vez de dormir en las horas nocturnas.
No obstante, los cambios en los horarios de las instituciones, los humanos solemos ajustarnos a cronotipos de acuerdo con los cuales preferimos realizar determinadas actividades en determinados momentos del día.
Algunos hallazgos de estudios recientes señalan que las personas consideradas dentro del “tipo nocturno” suelen reportar que no duermen lo suficiente por cubrir los horarios matinales, que no coinciden sus horarios de sueño y vigilia de los días laborables en comparación con los de descanso y remiten a más síntomas de depresión en comparación con las personas clasificadas en el “tipo matinal”. Cuando se generan cambios hacia hábitos que impliquen levantarse y realizar actividades más temprano (“morningness”) se reporta una disminución en el stress y en otras afecciones psicológicas reportadas. Yo diría que porque se da un ajuste entre las expectativas sociales y las actividades de las personas, pero no porque fueran sus mejores horas para funcionar. En cualquier caso, distintos estudios señalan que hay una tendencia a la estabilidad en los horarios de vigilia y sueño, en especial dentro de la edad adulta (Merikanto, I., Partonen, T., Berg, N. & Kiviruusu, O. (2024). Stability of morningness/eveningness and changes in sleep and mental health during mid-adulthood. Health Psychology, 43 (7), 515–527, (https://doi.org/10.1037/hea0001365).
Los ciclos de sueño y actividad, llamados “ritmos circadianos” no siempre son claros para las personas. En parte porque se han acostumbrado a determinadas rutinas y sólo reportan dificultades en algunas horas del día, pero no han identificado con claridad si su cronotipo es matinal o nocturno. Hay un cuestionario bastante sencillo para ayudar a identificar el cronotipo: (https://chronotype-self-test.info/index.php/514565?lang=en).
Según un artículo que sintetiza los hallazgos de nueve estudios (https://www.fastcompany.com/3046391/morning-people-vs-night-people-9-insights-backed-by-science). Eric Jaffe, 2015. Morning People V. Night Owl: 9 Insights Backed by Science, es posible realizar algunas afirmaciones generales:
- Los “búhos” suelen consumir más alcohol y tabaco y tienen más predisposición al uso de sustancias (probablemente esto se asocie a los espacios de ocio nocturnos), mientras que las personas del cronotipo matinal reportan mayor sensación de felicidad:
- Los búhos tienden a tener más ingresos económicos que las alondras, aunque en términos de salud o sabiduría son similares;
- Los “búhos” suelen reportar más compañeros sexuales que las “alondras” y puntajes más altos de inteligencia. Sin embargo, los cronotipos nocturnos mostraron mayor tendencia a la infidelidad;
- En el caso de los deportistas, las personas con cronotipo nocturno sufrían más si tenían que jugar fuera de su horario habitual de actividad, en comparación con los deportistas matinales, que podían desempeñarse sin tanta merma en el horario contrario;
- El uso de sustancias en los “búhos” puede estar asociado con una tendencia a buscar la novedad (“novelty-seeking”);
- Las “alondras” tienden a ser más amables y conscientes en sus relaciones y ser más proactivos que los “búhos”, quienes, a la vez, tienden más procrastinar sus deberes. “La noche es larga”, podría añadirse;
- Las “alondras” tienden a expresar afectos más positivos que los “búhos”.
- Destaca que, en términos de CREATIVIDAD, ésta suele tener picos cuando las alondras tienen que resolver problemas en la noche y viceversa, cuando los búhos deben resolver problemas en la mañana. Así, el plantear problemas que requieren creatividad se beneficia de que se planteen a las personas fuera de sus horarios de mayor productividad. Lo que suena consistente con lo que Daniel Kahneman (1934-2024) señala respecto a las formas de pensar rápido y despacio.
El cronotipo refleja ciclos que rara vez cambian, aunque con la edad hay una tendencia a levantarse más temprano. Destaca que la falta de sueño también deriva en que la gente tenga más hambre y que si no estamos sincronizados con los horarios sociales solemos sufrir más que si tenemos tiempo para llegar a tiempo a las actividades con horarios socialmente determinados.
En algunos contextos se ha planteado que las personas “deberían” ajustar sus horarios, algo así como las llamadas “terapias de conversión” para lograr que quienes son búhos para que se hagan alondras. Un argumento para ello es que también se ha asociado el asumir riesgos pasivos con los cronotipos nocturnos (Heng Li. 2024. Late nights, late risks: The relationship between evening chronotype and passive risk taking. Personality and Individual Differences. Volumen 25, julio 2024). De los cronotipos nocturnos o “búhos” se ha señalado que tienden a riesgos pasivos como no lavarse las manos en el contexto reciente de la pandemia de COVID-19, no realizar exámenes de detección de posibles enfermedades como cáncer, además de las ya señaladas de uso de sustancias.
Seçil Ekiz Erim y Havva Sert (2024. The effect of circadian timing program for evening-chronotype individuals with obesity on obesity management and sleep quality: A randomized controlled trial. Sleep Medicine. Volumen 119, Julio 2024) señalan que levantarse y dormir más temprano inciden en los niveles de obesidad. Las personas con el cronotipo nocturno tienden a tener mayor obesidad asociada con mala calidad del sueño, además de una tendencia a sentirse adormilados durante el día. Además, se presentaban más síntomas de depresión y ansiedad y recomiendan dormir antes de la una de la madrugada. Véase también Renske Lok, Lara Weed, Joseph Winer, Jamie M. Zeitzer. 2024. Perils of the nighttime: Impact of behavioral timing and preference on mental health in 73,888 community-dwelling adults. Psychiatric Research. Volumen 337, julio 2024.
El reporte de una investigación realizada con estudiantes holandeses en la escuela de medicina señala que el cronotipo puede ser también variable con la edad Ebeling, U. S., de Leeuw, R. A., Georgiadis, J. R., Scheele, F. & Wietasch, J. K. G. (2024). Early Bird or Night Owl: Insights into Dutch Students’ Study Patterns using the Medical Faculty’s E-learning Registrations. Teaching and Learning in Medicine, 1–13 (https://doi.org/10.1080/10401334.2024.2331649). Esto implica que comenzar más tarde los horarios de clase puede tener efectos positivos en el rendimiento de los estudiantes, para darles tiempo para espabilarse, tener un desayuno sano y dormir las horas suficientes.
En un estudio de ciclos de sueño para los adolescentes respecto a la época en que ingresan a la escuela Carskadon et al. 1998. Adolescent sleep and transition to early school days. SLEEP, Vol. 21, No. 8, 1998 muestra que los adolescentes siguen despiertos más tarde que en su época de infancia, lo que les dificulta levantarse temprano al día siguiente. Estos horarios podrían significar deprivación de sueño e incidir en su memoria, desempeño y cambios de humor. Ya lo sabemos sin necesidad del estudio: imagínate a los adolescentes de tu entorno familiar o escolar en las primeras clases del día. Lo que puede ser un peligro si además manejan automóviles. Desafortunadamente, los cronotipos nocturnos tienden también a peores calificaciones, en especial si no están en la escuela en los horarios de su mejor desempeño. Igualmente, la época en que se evalúa influye: no es lo mismo el verano que el invierno, en especial en lugares en que las estaciones están bastante marcadas. Allebrandt KV, Teder-Laving M, Kantermann T, Peters A, Campbell H, Rudan I, Wilson JF, Metspalu A, Roenneberg T. (2014). Chronotype and sleep duration: the influence of season of assessment. Chronobiol Int 31:731-740 (https://journals.sagepub.com/doi/full/10.1177/0748730414564786).
Todos estos estudios sobre cronotipos llevan a plantear varias cuestiones: ¿Qué implica para los horarios de las escuelas? ¿Cómo acercar a los jóvenes a los mejores momentos de rendimiento para sus cursos? ¿Sería recomendable tener los cursos y los materiales en horarios diferentes, disponibles para alondras y para búhos?
Poco sabemos de esto en México. Habríamos de añadir que en algunos lugares el calor es un factor que obliga a ir temprano a las escuelas, lo que interactúa con otras variables como disponibilidad de transporte público, traslape con otros horarios socialmente impuestos, como horarios de trabajo posteriores o los horarios de otros miembros de la familia (adultos-tutores, hermanos mayores o menores, por ejemplo). Desmañanados, desvelados, dormilones o entusiastas: la manera en que percibimos a los estudiantes en nuestros cursos está asociada con sus cronotipos, por más que queramos ajustar a todos a los mismos horarios de actividad.
Con información: Revista Educarnos
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