Matemática y su aprendizaje

Por: Dr. Esptiben Rojas Bernilla
Universidad de Magallanes – Chile
Desde que se masificó la educación, se inicio una crisis en el aprendizaje de la matemática. En sus más de 5,000 años de historia, la matemática nunca se inventó para educar a personas. Sin embargo, desde la época griega se le reconoce el valor formativo que tiene el aprendizaje de la matemática, como disciplinadora de la mente humana y para la comprensión del mundo.
Desde la historia de la pedagogía, se observa distintas metodologías para intentar lograr aprendizajes o habilidades, como se dice hoy día. Se ha transitado desde una enseñanza muy rígida y castigadora, hacia una enseñanza facilitadora, en donde el centro de este proceso de enseñanza aprendizaje es el alumno. Las actuales corrientes pedagógicas, han pasado desde una evaluación por objetivos de aprendizaje a una evaluación por competencias, en donde lo lúdico o entretenido recobra especial importancia. Sin embargo, nada de esto parece ser efectivo, al constatar si hubo o no aprendizaje de un determinado contenido matemático. Basta con observar, los niveles de conocimiento matemático, que salen de las escuelas primaria y/o secundaria, para comprender que estamos en una “crisis de la enseñanza y aprendizaje de la matemática” – dura y severa y podríamos decir, casi universal.

Una de las razones que se exponen para explicar, esta crisis, es el formalismo matemático, implantado en las primeras décadas del siglo XX, en donde se le despojó a la matemática de su componente humana, es decir su historia y filosofía. La forma de enseñar la matemática, se hace desde lo formal, intentando desarrollar capacidades similares al de los matemáticos. La diversidad de inquietudes y capacidades humanas, hacen que no todos podamos ser músicos o deportistas, mucho menos matemáticos. A todos no tiene por qué gustarnos la matemática, los que pretender aquello, desconocen la dimensión humana.
Los elementos educativos, que tiene la matemática, está más allá del formalismo y del rigor. Intentar que el cerebro humano piense rígidamente, con reglas lógicas, en un mundo diverso, es muy complejo. Los humanos, tenemos una componente lógica-matemática en nuestro cerebro evolucionado, pero también tenemos una parte emotiva, y entre emotividad y racionalidad, muchas veces actuamos emotivamente. Esta parte emotiva es muy importante para manejarse en este mundo. Por ejemplo, nadie se lanza del decimo piso de un edificio, para ir a comprar pan lo más rápido posible, bajamos por el ascensor, aunque demoremos más. Los matemáticos, como seres humanos tampoco, van por la vida calculando cosas, usando todo el tiempo la lógica. Son otros los elementos formativos por la cual se enseña matemática en todo el mundo.
La neurociencia, está dando algunas respuestas, ante la pregunta ¿cómo lograr reales aprendizajes matemáticos? Primeramente, dice que la emotividad es clave, un cerebro motivado, emocionado, aprende. A los pedagogos se les pregunta ¿cómo emocionar o motivar a los alumnos? Y dirían, haciendo las clases lúdicas, entretenidas, con algún software facilitados de los cálculos matemáticos. De estas metodologías y estrategias abundan en la enseñanza de la matemática, sin embargo, nada revela que se logra motivar o emocionar. Los alumnos siguen asistiendo a clase por compromiso u obligación, tienen mayor interés de estar pendiente de sus celulares, que de la explicación del profesor motivador. Aún más, todas estas estrategias facilitadoras, si logra alguna habilidad de cálculo, es solo momentánea, se olvida muy rápidamente, es decir, no sirvió de nada. Volvemos a preguntarle al neurocientífico ¿cómo lograr que el contenido matemático, quede en la memoria de largo plazo? – existen estudios que revelan, que la única forma que algo quede, es mediante el desafío permanente de resolver algo difícil – todo lo contrario, de lo que dicen las corrientes pedagógicas, influenciadas por el posmodernismo filosófico.
El cerebro no aprende matemática, si no se enfrenta a algo difícil, o por lo menos desafiante, que rete su imaginación y saque todo su potencial. Por su puesto, que el profesor tiene que tener la experiencia y sabiduría de darle al alumno un desafío acorde a su potencial, no algo que lo desmotive, si no que lo estimule a usar todas sus capacidades. Mientras no tengamos disciplina de trabajo intelectual, no nos estimulen a enfrentarnos a problemas matemáticos interesantes y desafiantes, no vamos aprender. El facilismo, no estimula a nuestro cerebro al aprendizaje. Entre los pedagogos y los neurocientíficos, creo en los neurocientíficos, por razones de formación científica.
Alguna critica a esta postura sería, que se está incurriendo a querer formar “pequeños matemáticos” y no ha ciudadanos. Efectivamente, los matemáticos, aprenden e inventan matemática, porqué se enfrentan a retos desafiantes todos los días. Para el caso de la educación, no pretendemos que nuestros alumnos inventen nuevas matemáticas, ni siquiera que redescubran cosas que la humanidad a tardado miles de años en inventar. Lo que se pretende, es habilitarlos para la vida misma, que está llena de dificultades, vicisitudes, infortunios etc., mostrarle que es necesario aprender a resolver problemas, tomar decisiones, y comprender el mundo que lo rodeo. Todo ello, nos enseña un buen curso de matemática, aunque nunca nos dedíquenos a cultivarla, si nos dejará una huella imperecedera para nuestras vidas.