Necesaria, intervención de familiares y profesores ante síntomas de una enfermedad mental en adolescentes

- Prevalecen soledad, aislamiento e hiperconectividad
- Vivimos los saldos de una generación afectada por la pandemia de la Covid-19; hay que ayudar a mentores para que tengan paciencia y formarlos a fin de detectar riesgos: María Elena Medina-Mora
10 octubre 2025. La Organización Mundial de la Salud (OMS) informó en septiembre de este año que según el World Mental Health Today y Mental Health Atlas 2024, más de mil millones de personas padecen trastornos de salud mental.
A las cifras que cita María Elena Medina-Mora, titular de la Unidad de Apoyo a la Salud Emocional y Psicológica, hay que agregar lo siguiente: “En todo el mundo (acota la OMS), uno de cada siete jóvenes de entre 10 y 19 años padece algún tipo de trastorno mental, lo que representa el 15 % de la carga mundial de morbimortalidad para este grupo etario. La depresión, la ansiedad y los trastornos del comportamiento se encuentran entre las principales causas de enfermedad y discapacidad en los adolescentes. El suicidio es la tercera causa de defunción en las personas de 15 a 29 años” (https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/adolescent-mental-health).
Ése es el panorama mundial al que nos enfrentamos. La exdirectora de la Facultad de Psicología recalcó que la pandemia de la Covid-19 incrementó los problemas de salud mental. Afortunadamente propició también que las personas empezaran a hablar de este asunto. En el caso de los jóvenes (13 a 23 años) el confinamiento ocurrió en una etapa de su vida “en la que están construyendo su identidad, estableciendo sus relaciones interpersonales”, sostuvo Medina-Mora en entrevista.
EL CONFINAMIENTO
La ex directora general del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz precisó que en la adolescencia (justo cuando ingresan al bachillerato) “los amigos desempeñan un papel muy importante en su desarrollo y esto lo perdieron. Regresaron a las aulas sin haber experimentado comunicaciones personales. Esto fue muy duro para ellos”.
A lo anterior se suma la violencia que padecieron en sus casas con el encierro, “vieron cosas que antes no veían”. Iniciaron relaciones más tensas en el núcleo familiar, justo en el momento “en que su cerebro está preparándose para la vida adulta”. Esta etapa se le denomina etapa de poda neuronal, “el cerebro elimina las conexiones que no utiliza y refina aquellas que son útiles. “En esta etapa los adolescentes son excesivamente sensibles”.
Medina-Mora enfatizó que, a raíz de la pandemia de la Covid-19 “se calcula que hubo entre un 20 y 30 % de aumento en trastornos mentales”.
La doctora en Psicología por la UNAM añadió que hay que agregar un factor más a esta circunstancia: la inestabilidad económica. “En un estudio que hicimos en la Facultad de Medicina, encontramos que los alumnos tenían miedo por el tema económico, no sólo por la Covid. Temían que sus padres no pudieran pagar su estancia en Ciudad de México”. El verse obligados a abandonar la Universidad estaba entre los miedos de esta generación afectada por esta crisis sanitaria. La desesperanza, un mundo en guerra, un futuro incierto también son elementos que pesan en el ánimo de los estudiantes, indicó la autora de La agresión y la violencia: una mirada multidisciplinaria.
EDAD CLAVE
Medina-Mora advirtió que la edad clave para desarrollar una enfermedad mental son los 15 años, “y esa es la edad de los adolescentes que llegaron al bachillerato de la UNAM”.
Hay una generación de nuestra Universidad, la del 2023 al 2024, que en el bachillerato casi duplicó los casos de depresión y ansiedad, subrayó. Medina-Mora recalcó que uno de los grandes temas que han incrementado los problemas de salud mental es el aislamiento y el incremento del tiempo dedicado a la pantalla y a las redes sociales. “La información que se publica en esos sitios no es siempre exacta”.
EDUCACIÓN DIGITAL
La especialista aseveró que es indispensable la intervención ante los primeros síntomas de una enfermedad mental. La UNAM puede hacer uso de todas sus herramientas de educación digital. Las clases deben ser más dinámicas y atractivas y recordó que como profesora sabe que los alumnos dispersan la atención después de los 20 minutos.
En las naciones en vías de desarrollo, expresó, los videojuegos se utilizan más como entretenimiento que como refuerzo para el aprendizaje. Dicha circunstancia genera aislamiento y ansiedad. “Si los estudiantes se encuentran ansiosos no pueden poner atención”.
Necesitamos que las y los alumnos regresen a un escenario más adecuado, de mayor bienestar, y sobre todo, disminuir la deserción, indicó. “Es decir, si entra un estudiante debe recibir el apoyo para terminar la carrera”.
Familiares y docentes tienen que intervenir ante los primeros indicios de que hay un problema de malestar emocional y de salud mental. Requerimos formar a los profesores, a los tutores para que puedan detectar estos riesgos, estar atentos con los estudiantes que se aíslan, que se vuelven solitarios.
Los síntomas, a grandes rasgos, pueden ser: los hombres se vuelven más agresivos, las mujeres aumentan su sensibilidad (“lloran más”), hay bajo rendimiento escolar. “Tenemos que identificar estos primeros síntomas para darles atención. El 51 % de las personas que van a tener una enfermedad mental en su vida ya tuvo los síntomas en la adolescencia y edad adulta temprana”.
Destacó que se tiene que fomentar que los estudiantes interactúen con su entorno, “que busquen a sus amigos, que los familiares propicien actividades de convivencia”. Los profesores tienen el reto de innovar sus clases, como utilizar la tecnología o dar clases en el jardín.